En un partido de meta y ponga, Uruguay le ganó a Argentina de visita, en La Bombonera, el estadio de Boca Juniors, por dos a cero. En un estadio donde tienes al público encima, porque las graderías están casi en vertical, no inclinadas. Es un estadio que hierve para los grandes partidos. Y ayer fue uno de esos.
De la mano del loco
Bielsa, Uruguay se impuso sobre el campeón del mundo, imponiendo sus
condiciones, con la famosa garra charrúa que tanto distingue a los uruguayos más
allá de sus fronteras. Allá donde esté, no hay uruguayo que no se la juegue por
salir adelante, por superar cualquier obstáculo que se le interponga. Más si
está con la camiseta celeste.
Pasa el tiempo y este
espíritu no se extingue, todo lo contrario, se hereda de generación en generación,
de botija a botija. En mis tiempos jugábamos con pelota de trapo en la calle
armando arcos con un par de piedras, cuando el tráfico languidecía, tan solo
pasaban coches de cuando en cuando.
Uruguay pasó un tiempo
de decadencia futbolística, muchos años vivimos al amparo del maracanazo del
50. Un tiempo que parecía interminable. Con Washington Tabarez comenzamos a volver
a ilusionarnos. Los tiempos han cambiado. Ahora los pibes, apenas asoman sus
virtudes, se los llevan los grandes equipos europeos. De allí la paradoja de un campeonato de futbol
uruguayo que languidece, con los dos equipos tradicionales, Peñarol y Nacional,
que hace tiempo andan a los tumbos. Sin embargo el equipo nacional, el
representativo de todos los uruguayos, ahí está, en plena bombonera, parándose
de igual a igual, sin Cavani ni Suárez, de la mano del loco Bielsa, clavando
estacas, con una nueva generación de jugadores, la mayoría en el extranjero.
¿Es el Uruguay de
siempre? Sí y no, o como diría Massa, Por sí o por no. Por sí, porque el
corazón sigue siendo uruguayo, jugando con garra, con reciedumbre, sin
achicarse ante nadie. Por no, porque ahora hay disciplina, profesionalismo,
seriedad, trabajo, esfuerzo, compañerismo, y un “loco” detrás, Marcelo
Bielsa. Uruguay ganó a la uruguaya y de
la mano del loco. Presionando, encimando, yendo todos para atrás y todos para
adelante, traspirando la gota gorda, con sacrificio. Todos para uno, uno para
todos, jugando como equipo. Quedó atrás el Uruguay de las individualidades para
abrir paso a un trabajo en equipo, donde todos brillaron, todos se la jugaron.
No quiero nombrar a
nadie para no ser injusto porque todos rayaron a gran altura, desde los chicos
hasta los grandes. Ayer todos fueron grandes.
¡Gloria eterna a
Uruguay!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario