Recientemente el expresidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle decidió pronunciarse por la opción a favor en el próximo plebiscito, al igual como en su momento lo hizo el expresidente Piñera. Tanto Ricardo Lagos como Michelle Bachelet ya se habían pronunciado por la opción contraria, esto es, en contra.
En democracia, lo primero
que tenemos que tener presente es que todo pronunciamiento, de toda persona, no
solo de expresidentes, apoyada en fundamentos, es respetable. Es de la esencia
de la democracia el respeto mutuo, poder escoger entre distintas opciones con
plena libertad en un marco de igualdad de condiciones, sin trampas. Desgraciadamente
nos encontramos sumergidos en un ambiente en el que cuesta ver la luz, cuesta
discernir por estar inundados de mentiras, de expresiones sin mayor sustento.
Confieso que comparto lo
grueso de la declaración de Frei Ruiz-Tagle (ver acá), no así su conclusión, la de votar
a favor. Afirma que debemos cerrar este capítulo por el bien del país y para
concentrarnos en resolver las necesidades de nuestros compatriotas. Todos, unos
y otros, votando por cualquiera de las dos opciones, estamos de acuerdo que el
proceso constitucional se cierra, al menos en el corto y mediano plazo.
A nadie con dos dedos de
frente se le ocurriría reabrir un proceso que ya lleva 4 años que a todos nos
está dejando con un sabor amargo, con una sensación de estar perdiendo el
tiempo. Por tanto, esta variable no favorece ni perjudica a ninguna de las dos
opciones en pugna. El proceso de cierra sí o sí, pero los problemas sociales
persistirán, cualquiera sea la opción ganadora, cualquiera sea la opción por la
que votemos. No hay tercer proceso bajo ningún escenario.
Luego Frei Ruiz-Tagle
sostiene que Chile debe terminar con la incertidumbre y la inseguridad social y
jurídica que menoscaban nuestra la calidad de vida y que limitan inversiones que
el país las requiere con urgencia. Por cierto, pero desgraciadamente esta
incertidumbre e inseguridad social no terminarán porque se vote a favor. Persistirán
cualquiera sea la opción ganadora. La incertidumbre e inseguridad imperantes
trascienden el ámbito constitucional por relacionarse con fenómenos globales
que afectan al mundo. Se relacionan con el cambio climático, con la pandemia,
con las migraciones, con las guerras, primero en Ucrania y ahora en el Medio
Oriente sin que la primera haya concluido. No nos engañemos ni engañemos a
terceros.
Frei Ruiz-Tagle deja en claro que la propuesta
constitucional no lo representa en su totalidad. Junto con valorar determinados
acápites, como es la promoción de partidos más fuertes, con lo que difícilmente
podríamos estar en desacuerdo, tiene claro que se trata de una constitución con
múltiples defectos. Entre ellos destaca que es extremadamente larga, razón por
la cual más parece un programa de gobierno que una constitución por entrar en
materias que son más propias de la ley.
También reconoce que incluye
disposiciones que implican un retroceso respecto de la legislación vigente y
lamenta que el texto no sea fruto de un alto grado de consenso, sino más bien
de la imposición de una mayoría circunstancial. En el proceso constitucional
anterior la izquierda se la farreó haciendo pesar su mayoría olvidando que la
democracia no implica pasar la aplanadora sobre la minoría. Bueno, en este
proceso la derecha no resistió la tentación de hacer lo mismo a pesar que la
comisión de expertos le había allanado el camino elevando una propuesta que
había concitado la adhesión de moros y cristianos.
Se nota demasiado el deseo
de la ultraderecha, de los republicanos en particular, por marcar a sangre y
fuego, por dejar una huella indeleble que marque los destinos del país en una
dirección en particular, la del país que ellos quieren, pero que no
necesariamente es la del país. No olvidemos que la constitución propuesta en el
proceso anterior fue rechazada porque dividía en vez de unir, porque fue
incapaz de configurar la casa de todos, porque no había sido hecha con amor. La
que se plebiscitará el próximo 17 de diciembre, desgraciadamente adolecerá de
los mismos defectos.
Como afirma Frei Ruiz-Tagle,
estas experiencias representan un fracaso para Chile, dado que refleja nuestra
persistente incapacidad para entendernos y lograr acuerdos. Al final, sumando y
restando aspectos positivos y negativos, fundado en la necesidad de cerrar esta
etapa y de recuperar la estabilidad, ha decidido votar a favor. Por los mismos
motivos, por las mismas razones, yo he decidido votar en contra. Tengo la
convicción de que ganando la opción a favor se abre una caja de Pandora que
traerá consigo más inseguridad y más incertidumbre. Me inclino por votar por la
opción en contra convencido que es la mejor opción para el país. Mal que mal, la propuesta constitucional representa un retroceso en los valores democráticos que decimos querer, en vez del avance que queremos.
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