A coninuación acompaño un comentario que me llegó a propósito de mi última columna escrita en torno a la elección de Javier Milei, que incluye un punto de vista de lo ocurrido. Acá va:
¿Tenés el teléfono de Javier? por Daniel Bosque
Pedazo de paliza como para que todo el mundo hable de la Argentina. Como en en el 13-A pero por los porotos definitivos. El liberal Javier Milei, con su escuálido aparato, bajísima territorialidad y el salvavidas oportuno de Mauricio Macri, presidirá Argentina, lo cual más que un premio parece un castigo.
Esta vez no han sido los mercados sino los precios de los supermercados los que han derrotado al superministro Sergio Massa, el lenguaraz que tenía todo claro para jubilar a Cristina.
Game over. A Javier lo encumbró y al cristinismo lo hizo puré la saturación de una sociedad reventada por la espiral inflacionaria. Con todas las letras: las propuestas brillantes de Massa no pudieron ocultar el desastroso gobierno de Alberto, un impostor del poder incendiado por el fuego amigo que desde hace un año le dio el rol de relincho de la manada a Sergio y se dedicó a vacacionar. Si no era por el maldito IPC, el peronismo hubiera seguido gobernando con el peso de sus galones, como lo demostró el 22-O cuando la defenestró a Patricia Bullrich, que ahora ha recalado en la guarida del león.
Haber ganado sólo en Formosa y Santiago del Estero y en la grande Provincia de Buenos Aires por una escueta diferencia habla de la debacle de UxP. Los argentinos no son de extrema derecha, como ha dicho el vapuleado colombiano Gustavo Petro: Ni eran chavistas cuando le votaron otrora 54%, a los ká, menos de lo que le dieron hoy al ultraliberal. El péndulo de la última década se explica más por el ansia de los electores de castigar más que por amores confesos.
Cuando abran los mercados faltarán 19 días (y 500 noches diría Joaquín Sabina) una eternidad si se mira el prontuario peronista de vaciar cuentas y deletear agendas, como le hizo Cristina y su team en 2015 a Macri, en aquel “Éxodo Kukeño” tristemente memorable. “Mañana comenzaremos una transición ordenada, los argentinos no deben temer” ha dicho el derrotado Massa en un discurso de estadista profesional, a lo chileno. Habrá que ver si sus colegas funcionarios se cuadran, en la Nación y en las provincias donde ya se observaron manejos lamentables. Hay malos entendidos justicialistas, como de confundir a su partido con el Estado, y al poder como una gracia que emana del orden natural de las cosas.
Milei y su fuerza, que ahora disputará con el macrismo a los codazos porciones de poder, no tiene muchas balas en el cargador y menos aún coroneles e infantería fieles para hacer pata ancha en la burocracia, una selva que manejan ATE, UPCN y centenares de caciques chupatintas. Macri es el ángel custodio tras su apuesta peluda y nada está claro en esta Restauración Conservadora Capítulo II después del amargo final de la primera. Muchos votaron aquel “afuera”, la promesa de reducir a ocho la veintena de ministerios. Infraestructura será una cartera clave para “el fin de la decadencia” que prometió el presidente electo, y será conducida por el ex operador de Antonio Cafiero y ex KPMG, Guillermo Ferraro, con quien a partir del domingo pasado todas las empresas quieren hablar.
Entre ellas, están las mineras ya que la Secretaría de Minería estará en su universo. Después del triunfo en las primarias PASO, La Libertad Avanza (LLA) inició el mapeo de diversos sectores privados. El vis a vis con los mineros de la Cámara de Empresas Mineras (CAEM) fue postergado hasta después del 19-N. Después del sorpresivo triunfo en primera ronda de Massa el 22-O se desinfló el interés en la industria. Muchos asumían que el ministro era el caballo del comisario, sensación que creció tras la pobre performance de Milei en el debate del 12-N.
Del otro lado del mostrador, en la Secretaría de Minería, varios se probaban las pilchas que dejaría Fernanda Ávila, electa diputada del PJ en Catamarca. Rodaron nombres como el del jujeño Miguel Soler, secretario de Minería de Jujuy y alfil de Gerardo Morales, lo mismo que el sanjuanino Sergio Uñac para un cargo top en el área de Producción, entre otros.
A la minería que venía siendo mimada en los dichos de Massa en gira como dadora de US$ 11.000 millones de exportaciones en el corto plazo, a partir del auge del litio, las cosas no le son tan prístinas.
Por eso el viernes previo al balotaje CAEM emitió un documento reclamando seguridades jurídicas y regulatorias. Son briefs difíciles de consensuar entre los asociados, para no pecar de blandos o de duros. En el texto no están dichas con todas las letras cosas sensibles como el cansancio por las propinas a las que obligan cepos y SIRAS para poder importar insumos imprescindibles. Para el colectivo empresarial minero, salvo excepciones, el candidato predilecto era Bullrich. Pero a falta de pan, buenas son las tortas.
*Periodista.Director de CLUBminero
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