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Este fin de semana tendremos un proceso electoral complejo por varios motivos. Uno, incluir cuatro elecciones –la de convencionales, gobernadores, alcaldes y concejales-; dos, incluir muchas listas y muchos candidatos; tres, implementarse en dos días y en medio de la pandemia que nos azota; y cuatro, los resultados no se obtendrán con la celeridad habitual.
Son cuatro elecciones en las que se juegan aspectos muy
disímiles. Por un lado, está la de convencionales, quienes serán los
responsables de elaborar la nueva carta constitucional, y por lo mismo deberán
identificar el país que queremos para las próximas décadas; la de gobernadores,
una figura nueva en el escenario político nacional, que a diferencia del intendente,
representante del presidente de la república en la región, deberá expresar los
intereses de la región tanto ante las instancias nacionales como comunales; la
de los alcaldes, responsables del desarrollo de sus respectivas comunas; y por
último, está la elección de los concejales, responsables de canalizar las
inquietudes ciudadanas y fiscalizar que los alcaldes enmarquen sus funciones
dentro de las atribuciones que tienen.
Como puede verse no será fácil la decisión ciudadana porque,
más allá de las preferencias que podamos tener, son cuatro cargos que exigen
perfiles claramente diferenciados. Ello se debe a que sus atribuciones apuntan,
por un lado al corto o largo plazo, y por otro, a ámbitos comunales, regionales
o nacionales.
Es así como los convencionales apuntarán a las grandes
alamedas, las grandes reglas de juego, por las cuales habrá que transitar para
dirigirnos hacia el país que se quiere. Para ello se requiere una mirada de
mediano y largo alcance, de conjunto, antes que de detalle, junto con una
concepción táctica y estratégica antes que operativa.
En las gobernaciones se requerirán personalidades capaces de
conciliar los intereses regionales con los nacionales y los comunales. Los
desafíos que deberán abordar no son menores, por tratarse de un cargo nuevo que
busca representar a la ciudadanía regional en contraposición al delegado
presidencial, también una figura nueva, pero asimilable a lo que hoy es el
intendente. Del gobernador se espera que tenga la personalidad y las debidas dotes
de persuasión, de escucha, de conversación con las autoridades nacionales y
comunales. Un buen o mal gobernador puede hacer la diferencia respecto del
desarrollo regional. Lo visualizo como una suerte de cargo bisagra empoderado
con el respaldo de la ciudadanía.
Respecto de las alcaldías y las concejalías no necesito
explayarme mayormente por tratarse de cargos en ejercicio, cuyas atribuciones
son suficientemente conocidas. De todas formas no está de más señalar que para
el cargo de alcalde se requiere el perfil de un ejecutivo, un realizador, un
hacedor, a diferencia de un concejal, que es esencialmente un fiscalizador, por
tanto con un perfil controlador, crítico, vigilante, capaz de ver bajo el agua,
que vela porque se haga lo que se planifica y dice, dentro del marco de la
legalidad. En tiempos en que la ética está por los suelos, a este perfil habría
que agregarle el de insobornable, esencial para evitar que se desboque el
caballo.
Una vez que se tengan los resultados, todos se verán tentados a cantar victoria por una u otra razón. Pocos reconocerán con hidalguía que fueron derrotados. Sería una grata sorpresa si encontráramos responsables de las derrotas.
No obstante que será difícil votar, dada la maraña de listas, candidatos y elecciones, lo expresado en líneas anteriores da cuenta de que tenemos muchas razones para votar, a pesar de la pandemia. Si bien el voto es voluntario, desde un punto de vista moral, es obligatorio. No tenemos derecho a desentendernos del destino de nuestras comunas, de nuestras regiones, de nuestro país. Pacíficamente, sin violencia, sin odio, reflexiva, crítica y responsablemente expresemos a través del voto nuestra participación en la construcción del país que queremos y en el que vivimos.
Tu reflexión me parece buena. Debemos ser responsables y votar . De lo contrario no tendremos derecho de opinión.
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