Uruguay, país con alrededor de 200 mil hectáreas de superficie, a diferencia de Chile, tiene amplias llanuras cruzadas por sierras de escasa altura, sin la majestuosa cordillera de los Andes. Posee un clima templado, suelos aptos para el pastoreo y la explotación agrícola, gracias a sus habituales y copiosas lluvias, que en los últimos años están empezando a menguar fuertemente.
A la llegada de españoles y
portugueses, Uruguay, territorio entonces conocido como la Banda Oriental,
estaba habitado por indios cuya estructura social era la tribal, predominando
los charrúas. Éstos poblaban la orilla del Río de la Plata, y sus medios de
subsistencia eran la caza y la pesca. Guerreros indomables, fueron exterminados
por las tropas invasoras, pero no sometidos.
El gaucho surge de una mezcla
racial de indígenas, esclavos huidos, españoles y portugueses desertores. Vive de
faenar ganado y venderlo a Portugal como reacción a la opresión española. Es su
medio de supervivencia. El gaucho se caracteriza por su analfabetismo, su vida
bárbara, su aislamiento y su explotación por parte del terrateniente, quien le
contrataba para robar el ganado de haciendas más pequeñas. Es el desocupado del
campo, donde el ganado “crece solo” en haciendas de miles de hectáreas.
El 19 de junio de 1764 nace en
Montevideo, José Gervasio Artigas. Descendiente de nobles españoles venidos a
menos, poseía ojos claros, pelo castaño, y una complexión débil. Callado, se
compenetra der las costumbres y el pensamiento de peones y esclavos del campo,
prefiriendo su compañía que las tertulias montevideanas.
Desde los albores del siglo
XIX, Artigas se afianza como General en Jefe de los orientales, enfrentando al
ejército español e iniciando un largo proceso independentista. Por esa fecha,
Uruguay contaba con 30 mil habitantes, de las cuales 12 mil residían en
Montevideo, su capital.
En aquellos años, ya la
ganadería ofrecía muchas posibilidades, pero era administrada colonialmente, y
al mismo tiempo era saqueada por faeneros portugueses y contrabandistas de
cuero.
En 1810, la oleada
independentista se apodera de todo el continente y al interior de la Banda
Oriental se generan los primeros focos conspirativos. Artigas ya había luchado
contra ingleses y portugueses, quienes intentaban apoderarse del norte de la
Banda Oriental. Las tropas de Artigas estaban conformadas por gauchos, peones, indios
y negros.
En 1811, mediante un “tratado
de paz”, el Virreinato de la Plata, con asiento en Buenos Aires, asume el
control del territorio oriental. Derrotado, Artigas parte al exilio junto a los
suyos, iniciando lo que se llamó “el exilio del pueblo oriental”: 14 mil
adherentes le siguen y reconocen como el Caudillo. Diría entonces “No quiero
que persona alguna venga forzada, todas voluntariamente deben empeñarse en su
libertad: quien no lo quiera, deberá permanecer esclavo”. A caballo y a pie,
abandonan su tierra en un episodio de contornos épicos. El pueblo, los
desheredados, estaban tras Artigas, su conductor, en favor de una autonomía
provincial y un federalismo que liberara a la Banda Oriental del asfixiante
centralismo de Buenos Aires.
Artigas y su pueblo retornan
en 1812, recuperando Montevideo en 1815, e instalando el primer gobierno
patriota con el apoyo de las llamadas provincias “rebeldes”: Córdoba, Santa Fe,
Entre Ríos, Corrientes y la Banda Oriental.
La ruina, el robo y la
ocupación del campo constituían la realidad diaria. Era preciso levantar la
economía ganadera y para ello Artigas resuelve exigir a los terratenientes la
reorganización de sus propiedades, su poblamiento y la incorporación de trabajo
en ellas. En caso contrario se entregarían a “brazos útiles” que con su trabajo
fomenten su poblamiento y con ella la prosperidad del país. La concepción de la
reforma agraria ya estaba en la mente de Artigas. Esto implicaba desconocer la
propiedad privada. Surgen los movimientos para recuperar los campos quitados a
los hacendados, entonces llamados “notables”. Es así como se desatan
sangrientas luchas entre quienes seguían a Artigas, y quienes procuraban restaurar
“el orden”.
En 1816 se inicia la invasión
portuguesa bajo el argumento de que la Banda Oriental se encontraba entregada a
la anarquía. A pesar de la dura resistencia de los orientales, finalmente, en
1817 el ejército portugués entra a Montevideo con la complicidad de Buenos
Aires. El heroísmo desplegado por las tropas artiguistas, no logró superar sus
deficiencias organizativas, ni la escasez de armas y recursos con que contaban.
Luego de 4 años de luchas,
Artigas obtiene importantes victorias que las traiciones se encargan de
convertir en derrotas. Debilitado, en 1820 se interna en Paraguay seguido de
quienes serían sus más fieles seguidores: los indios.
Cinco años después, desde
Argentina, Juan Antonio Lavalleja, al frente de 33 orientales, cruza el río
Uruguay para derrotar y expulsar a los portugueses, para declarar, el 25 de
agosto de 1825, la independencia de la República Oriental del Uruguay.
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