Uruguay jugó con miedo, y el miedo paraliza. Sirve para no perder por goleada, y rara vez sirve para ganar. Las veces que Uruguay ha logrado campeonar ha sido sin miedo, saliendo con todo hasta en las situaciones más adversas.
Es cierto que el futbol de hoy no es el de antes, el de las pelotas de trapo, de las canchas de tierra, o de las calles, con arcos marcados a punta de piedras; calles por donde solo de cuando en cuando pasaban los coches con desgano, lentamente, como pidiendo permiso.
Cierto que están lejos los días en que los punteros corrían por las bandas, por las rayas; cierto también que jugábamos con la cabeza arriba, mirando la posición de los compañeros y con la pelota abajo; que dribleábamos en menos de un metro cuadrado; que la velocidad de juego no le llegaba ni a los talones en relación a la velocidad actual. Entonces no había VAR, lo que nos permitía darnos las licencias que la viveza criolla nos enseñó. Lejos están los tiempos en que ante un corner un escupitajo al arquero lo neutralizaba sin que el árbitro se percatara de nada. El VAR lo ve todo. ahora todo parece estar automatizado.
El VAR ha adquirido un protagonismo que nadie imaginó. Ahora hay equipos de árbitros, los menos en la cancha, los más en
las gradas de los estadios y en los espacios habilitados para que las cámaras y los drones registren todo detalle. Se han anulado goles cantados, se han verificado fouls
descalificadores. El gol de Maradona con la mano de Dios que condujo al título
mundial a Argentina en México en 1986 no habría sido posible con VAR y el curso
de la historia habría sido otro. El VAR está despojando al futbol de lo que
sería la sal y pimienta que lo caracterizaban en tiempos que están yéndose sin
mayor remedio.
Así y todo, el futbol sigue siendo clamor de multitudes, porque a pesar de lo descrito, sigue estando condimentado de especies que la dan sabor y gracia, suficiente para distraer a la gente de sus diarios sinsabores, de su realidad cotidiana, de lo que ocurre en el mundo. Tener un mundial como el de Qatar, a todo pasto, en medio de una guerra en Ucrania que no está tan lejos, ejemplifica las contradicciones que nos acosan.
Pero no nos vayamos por las ramas. Con miedo no llegamos a ninguna parte. Lo demostró Obdulio en 1950, en el Maracaná. Ni en futbol ni en la vida.
Total tu apreciación del miedo, que mala bestia suele poseernos y que difícil es echarlo fuera.
ResponderBorrarY respecto del VAR, cambio la cosa, ahora son centímetros de un hombro offside que anulan un gol maravilloso ya gritado.
Gracias Rodolfo