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En mi última columna dejé pendiente la relación existente entre la filosofía y las matemáticas. Como para no creerlo, porque en la actualidad parecieran estar en las antípodas. Sin embargo, en el pasado, entre los filósofos podemos encontrar no pocos insignes matemáticos. Filósofos matemáticos o matemáticos filósofos.
Uno
de ellos es Tales de Mileto, a quien identifico no como filósofo, sino como
matemático, por el teorema que lleva su nombre y que se relaciona con la
proporcionalidad de los segmentos cortados por rectas paralelas. Lo interesante
es que nos dejó enseñanzas que van más allá de las matemáticas. Una de ellas, que
lo primero que debemos aprender es a conocernos a nosotros mismos. Saber quiénes
somos. Ni más ni menos que conocernos. También nos recuerda que si queremos
vivir bien, no debemos hacer a los demás lo que no queremos que nos hagan a
nosotros. Pura filosofía, la que como podemos observar está fuertemente
enlazada con la ética.
También
tenemos a Pitágoras, conocido en el mundo de las matemáticas por su famoso
teorema que nos dice que en todo triángulo con un ángulo recto, la suma de los
cuadrados de sus catetos es igual al cuadrado de su hipotenusa. Pitágoras, que
fue bastante posterior a Tales de Mileto, fue quien descubrió los números
irracionales y temiendo haber descubierto algo que no debía, prohibió su
divulgación a los miembros de su academia. Uno de ellos lo habría divulgado
pagando con su vida tal osadía.
Pero
Pitágoras, a quien se conoce como el primer matemático puro, fue antes que nada
un filósofo que influyó fuertemente en quienes llevan la batuta en materia
filosófica: Platón y Aristóteles. Fundó la Escuela Pitagórica, donde se abordaban
toda clase de temas, entre los cuales destacan los religiosos, medicinales y
políticos. En las discusiones que tenían lugar en su seno, no se esquivaba nada.
En
concreto, la geometría y las matemáticas en general le deben mucho a la
filosofía, entendida como el arte de pensar. De hecho, en la puerta de entrada de
la academia que fundó Platón había un letrero que decía “Aquí no entra nadie
que no sepa geometría".
Por
todo lo señalado, y lo que me falta por señalar, no puedo sino agarrarme la
cabeza que existan quienes piensen que hay que reducir las horas de clase de
filosofía en el sistema educativo. No pocos creen que los cursos u horas
destinadas a la filosofía estarían destinados a adoctrinar en una línea de
pensamiento. Todo lo contrario, deben ser cursos que permitan abrirnos a todas
las corrientes del pensamiento, a revisarlas por arriba y por abajo, al revés y
al derecho. Para tener lo que los gringos llaman un open mind.
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