agosto 03, 2022

Desde Ludwighafen, Alemania


En Alemania, el lago de Constanza es conocido como el Bodensee, y tanto Alemania como Suiza y Austria tienen ribera en él. Los amantes de las travesías en bicicleta pueden recorrerlo completamente gracias a una ciclovía de más de 250 km. Es un gran lago con más de 500 km2 de superficie rodeado de densos bosques y pequeños pueblos que adquieren especial vitalidad en estos tiempos de oleadas de calor que recorren Europa y que invitan a sumergirse en sus aguas.

Por una semana me encuentro en Ludwigshafen, un pueblo de no más de 5,000 habitantes, lejos del mundanal ruido, en compañía de la familia, esposa, hijos y nietos, que viven cerca de estos parajes, empapándome de las travesuras de los nietos cuyas personalidades empiezan a aflorar en un mundo completamente distinto al que me tocó vivir, tanto en términos de tiempo, como de lugar. Insertos en un ambiente desarrollado y altamente tecnologizado, y cuyo máximo representante en la vida diaria es el celular. Cuesta encontrar a alguien caminando sin el celular en sus manos.

Por el celular me entero de dónde estoy parado y de lo que está ocurriendo en el mundo. En Chile, en medio del sucio debate constitucional en que se está inmerso en que sin querer queriendo están aflorando intereses de clase de quienes se sienten amenazados. Y como por obra del Espíritu Santo, aparece un gran y perfecto socavón cilíndrico en Atacama. Aún se desconoce su origen.

En Estados Unidos de Norteamérica, Trump ha resuelto volver por sus fueros revolviendo el almanaque luego de meses de silencio. Sigue levantando las banderas del supremacismo blanco y de que se le arrebató el triunfo en la última elección a punta de un fraude sin aportar prueba alguna. La cantidad de armas que posee la población civil y la polarización que muestra la sociedad norteamericana están abriendo la posibilidad, aún remota, de una guerra civil.

En Italia cayó el gobierno del tecnócrata y europeísta Mario Draghi. Si bien no debiera llamar la atención porque las crisis de los gobiernos es parte del folklore político italiano, lo concreto es que la convocatoria a elecciones en los próximos meses abre la posibilidad de un triunfo de la extrema derecha. Triunfo que vendría de la mano de Giorgio Meloni, admiradora de Mussolini, acompañada de las fuerzas de la derecha encabezadas por Silvio Berlusconi, el mismísimo, y Matteo Salvini. El drama que encierra su eventual triunfo radica en sus consecuencias para la unidad europea porque se trata de fuerzas nacionalistas que se oponen al europeísmo reinante.

Mientras tanto, en Ucrania la guerra sigue su curso a vista y paciencia del mundo, pero su popular presidente Zelenski, ya está empezando a ser cuestionado. A 5 meses del inicio de la invasión rusa, el desgaste de su figura se está empezando a sentir dados los avances rusos en territorio ucraniano. El fuerte control existente sobre los medios de comunicación está imposibilitando conocer en toda su dimensión el tenor y la magnitud de la oposición imperante. Si bien el tiempo corre en contra, tanto de Zelenski como de Putin, el jerarca ruso, este último tiene a su favor los avances alcanzados.

No obstante la oposición china y la amenaza de represalias, Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de USA, visitó Taiwan para testimoniar el apoyo norteamericano al gobierno taiwanés. Todo está que arde y hay numerosos signos de que estamos retornando a los tiempos de las guerra fría.

Para rematarla, estando acá en Ludwigshafen, el gobierno norteamericano informa que dio muerte al líder de Al Qaeda y sucesor de Bin Laden, Ayman al Zawahiri, en Afganistan, mediante un dron. Biden afirma que se hizo justicia. Vaya democracia! Por sí y ante sí sin mediar proceso judicial alguno se lo echaron. Es lo que en la jerga popular creo que se llama asesinato, el retorno a los tiempos de ojo por ojo, diente por diente. La tentación de combatir al terrorismo mediante otro terrorismo, el del Estado.

 

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