agosto 16, 2022

Desde Międzywodzie, Polonia

Estas líneas están siendo escritas desde Międzywodzie, un pueblo balneario polaco a poco más de 100 km al norte del río Oder, río que separa a Polonia de Alemania. Aquí fue donde justo hace unas semanas se produjo la mayor catástrofe ecológica de la reciente historia de Polonia sin que hasta ahora se sepa el origen ni qué sustancias tóxicas vertidas han causado la muerte de la vida marina en el segundo río más largo del país. Es una catástrofe que perdurará por décadas y que en el tiempo probablemente afectará las tierras agrícolas colindantes del río Oder, la economía y el turismo, tanto alemán como polaco de la zona.

Hasta acá llegué en tren desde Berlin con un trasbordo en Stettin, primera ciudad polaca que está en la frontera con Alemania. Mientras en el tren de Alemania íbamos cómodamente sentados, en el tren polaco tuvimos que ir el par de horas del trayecto parados porque iba lleno. Mientras en Alemania no hubo control alguno de pasajeros, en Polonia los controles andaban a la orden del día con inspectores que pasaban una y otra vez. En este tren llegamos hasta una ciudad llamada Międzyzdroje. Desde aquí no tenía más alternativa que tomar taxi para llegar a Międzywodzie. Uno de los problemas de esta estadía reside en que no entiendo el polaco, que las palabras son impronunciables para nosotros, y que son raros los polacos que hablan algún otro idioma, como el alemán o el inglés. Buscan compensar esto con una amabilidad a toda prueba y la incomunicación procuran resolverla disponiendo siempre de un celular con un traductor a mano.

Desde poco antes de llegar a la frontera todo huele a tercermundismo, partiendo desde los controles en el tren, el deterioro de las construcciones, o su falta de mantenimiento. La moneda es el sloty, no el euro a pesar de que están incorporados a la Union Europea. Es un paso que Polonia tiene pendiente dado que se resisten a abandonar el control sobre su moneda. Todo un jaleo porque al euro te lo castigan fuertemente.

Hasta acá llegué en plan familiar, en lo que es pueblo balneario, de turismo no masivo, tranquilo, de clase media polaca y algunos turistas alemanes. Resido en una cabaña familiar, a unos 200 metros de la playa, por lo que una vez desocupadas las maletas y nos fuimos a la playa. Espectacular! Amplia, de arenas blancas, circundadas por bosques nativos, con la gente regresando a sus casas porque ya estaba refrescando. Luego salimos a caminar por el pueblo, en un ambiente clásico de balneario, lleno de vitalidad, con familias de todas las edades. 

Estando en un clásico pueblo balneario los días no se diferencian mucho unos de otros. Ayer fue uno de esos días clásicos: levantarse con calma y desayunar, para a media mañana ir caminando a la playa. A pesar de lo amplias que son las playas no es fácil encontrar espacio porque cada familia se instala con “su cerco” de alrededor de un metro de altura, lo que no dejó de llamarme la atención. No se ven muchos quitasoles, a pesar del fuerte sol imperante, pero sí cercos de similar género que los quitasoles y que las familias traen enrollados bajo el brazo. Por cada metro de género tiene un pequeño palo. Estos cercos los instalan martilleando los palos para que se afirmen en la arena. Resulta curioso ver a cada familia premunida de sendos martillos golpeando estos palos. Es una forma de marcar territorio, de privatizar temporalmente un espacio público. Estos cercos los venden en el comercio local y también los alquilan en la misma playa, y tienen distintos largos (metrajes) dependiendo del gusto del consumidor y/o del tamaño del grupo familiar: hay de 8m, 10m, 12m, 14m y 16m.

Esto me llamó fuertemente la atención porque Polonia es un país que perteneció a la órbita soviética que tuvo uno de los regímenes más dictatoriales detrás de la cortina de hierro, que ahora está en la Unión Europea. De un marco donde todo era público, estatal, si es que alguna vez hubo un alto espíritu público en su población, hoy por el contrario, parece predominar el espíritu de cada uno con lo suyo. Toda una señal de que de un extremo se tiende a ir hacia otro extremo. 

Polonia ha sido un país sufrido. No olvidemos que Polonia ofreció una gran resistencia a la invasión nazi cuando Hitler decidió iniciar la segunda guerra mundial invadiendo su territorio; que fue “liberado” por tropas rusas, y que tuvo que pagar un alto precio por esta “liberación”:  estar bajo el radar del comunismo de la URSS, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, quienes instalaban a sus gobernantes. Uno de ellos fue Gomulka, quien cayó producto de la rebelión de los polacos, forzando la instalación de Jaruzelki, otro títere del Kremlin. De allí para adelante el espíritu polaco se expresó de la mano de Lech Walessa, dirigente sindical y presidente del sindicato Solidaridad, quien inició la rebelión de la mano del entonces arzobispo de Kracovia, Karol Wojtila, y que posteriormente la iglesia católica, en una genial maniobra política entroniza como papa, colaborando con ello al derrumbe del imperio soviético y del pacto de Varsovia al que estaba adscrito Polonia.

Bueno, ya me estoy yendo por las ramas. En la playa me sumergí en las saladas aguas de lo que es el mar Báltico. Pensaba que eran aguas heladas y saladas, pero al lado de las del Pacífico las siento cálidas y no tan saladas. Mientras tanto, en Chile el invierno parece arreciar al igual que las mentiras y noticias falsas en torno al plebiscito de salida que se avecina.

1 comentario:

  1. Qué buena crónica!!!!!
    Rodolfo, a seguir viajando y enviándonos crónicas de esos viajes
    Abrazos

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