Es interesante constatar que en relación a debates efectuados
en el pasado, en esta ocasión se pudo ver más dinamismo, menos acartonamiento,
menos rigidez. Las preguntas han sido más incisivas, procurando ir al hueso, en
tanto que las respuestas han sido un tanto elusivas, como quien pisa huevos. Si
bien falta camino por recorrer, se ha avanzado. Entiendo que habrá otro debate
antes de las primarias para saber a qué atenerse y ayudar a quienes se
encuentran indecisos.
Digo que se ha avanzado esencialmente porque los debates constituyen un aporte al
fortalecimiento de la democracia. En toda democracia es esencial conocer a
cabalidad las distintas propuestas en juego, sus características, sus
diferencias, sus factibilidades, sus credibilidades. Tenemos que ser capaces de
desentrañar los misterios que hay tras todo candidato. Mal que mal, ellos
aspiran a presidir el país, por lo que nos asiste todo el derecho a saber la
firme respecto de lo que aspiran realizar. Y en eso a los medios de
comunicación les cabe una gran responsabilidad.
En el primer debate, entre los candidatos de la derecha,
llamó la atención que todos se desmarcaron del gobierno, ninguno se expresó en
términos de defensa de sus actuaciones a pesar de que los cuatro fueron parte
del gobierno en cargos de primera línea: como ministros de estado. Uno como ministro
de desarrollo social sin que dejara huella alguna como tal; otro como ministro de
hacienda, caracterizado por su férrea defensa del equilibrio fiscal en medio de
una crisis sanitaria que estaba afectando las fuentes e ingresos laborales del
grueso de los chilenos. Otro, Desbordes, quien ocupó el cargo de ministro de
defensa, llegó medio caramboleado porque en días previos había perdido la
elección por la presidencia de su partido, RN. Y por último, Lavín, quien fuera
ministro de educación en el primer gobierno de Piñera, quien ahora posa de
socialdemócrata sin dejar de militar en la UDI.
Sin duda que el desmarque respecto del gobierno por parte de
los cuatro candidatos tiene su lógica. Al tenor de las encuestas, el gobierno,
no parece ser un buen árbol al cual arrimarse. Este gobierno ganó la elección presidencial
pasada teniendo como bandera la necesidad de proveer una mayor seguridad y
orden en el país, y muy particularmente en la Araucanía. Lo observamos hoy es
todo lo contrario. Y ninguno de los cuatro candidatos, puede escapar al grado
de responsabilidad que les cabe en esta realidad. No pueden llegar y mirar al
techo haciéndose los lesos.
Con todo, los cuatro dan cuenta de que no existe una única
derecha, y que más valdría hablar de distintas derechas, al igual que en la
izquierda. En tal sentido debemos acostumbrarnos a hablar de las derechas e
izquierdas, en cuyos extremos encontraremos a la ultra derecha y la ultraizquierda.
O sea, tenemos un abanico que va desde un extremo a otro. Habrá pasado mucha
agua bajo el puente, pero así y todo, aún en tiempos líquidos, el clivaje sigue
siendo el tradicional, el de derechas e izquierdas.
El debate entre los candidatos de la izquierda, fue de guante
blanco, sin mayores sorpresas, con un candidato Jadue, del PC, moviéndose con
aplomo en base a su gestión alcaldicia, pero a quien le pesa su condición
comunista lo que no deja de incomodarlo cuando se le consulta en torno a los
DDHH en los países comunistas o le piden fijar posición frente a los derechos
de propiedad. Por el otro lado, Boric, si bien promueve un modelo de sociedad con
un talante más socialdemócrata, no comunista, a diferencia del de Jadue,
durante el debate no mostraron mayores diferencias. El punto que los une es el
propósito de iniciar un proceso de profundas transformaciones de la sociedad
actual. El principal contrapunto se dio cuando Boric reivindicó para sí el
acuerdo alcanzado para abrir espacio al plebiscito conducente al cambio
constitucional al cual en su momento se opuso Jadue y el PC. Este es un punto
revelador del grado de disposición al logro de acuerdos o de agudización de
conflictos con quienes no piensan como uno.
En algunos sectores se plantea que ambos candidatos, Jadue y
Boric no representarían a la izquierda, sino que a la extrema o ultraizquierda.
En mi opinión, la extremaizquierda está representada por quienes se presentaron
bajo la lista del pueblo para la elección de constituyentes. Por último, si
Jadue y Boric, no representaran a la izquierda, ésta quedaría vacía, lo que no tendría sentido.
La centroizquierda –DC, PS, PPD y PR-, en su desorientación,
se farreó la oportunidad de realizar primarias legales, por lo que en este
minuto no tiene más alternativa que tomar palco. Aunque no pocos dicen que de
atrás pica el indio, o la india.
Los 4 presidenciales de Chile vamos no convencen a nadie y fueron parte de este gobierno, desalineados de sus origenes y convicciones..tratando de aportar nuevos logros y desafios producto de un estallido social y un debate con pobreza de argumentos y de guante blanco. Ni hablar de los candidatos de ultra izquierda.
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