junio 10, 2021

Chile en las cuerdas

Photo by Jack Monach on Unsplash

Se terminó una nueva fase dentro de las eliminatorias con miras a la participación de Chile en el campeonato mundial de futbol que tendrá lugar en Qatar el próximo año. Una fase en la que se aspiraba obtener 4 puntos, dándose por seguro que se tendrían al menos 3 puntos, y que terminó con 2 puntos. En consecuencia, no hay por donde perderse. Nos fue mal. Tal cual. Esa es la verdad a la milanesa.

Partimos bien, tanto porque se obtuvo un empate ante Argentina siendo visita, como porque se jugó bien, con oficio, con personalidad. Fue el primer partido oficial con Martín Lasarte como entrenador nacional, un entrenador conocedor del futbol chileno que llegó en un momento crítico. Se dejó ir sin pena ni gloria a un entrenador como el colombiano Rueda, cuando el juego desplegado por Chile dejaba que desear, los resultados no daban.

Como siempre, los resultados mandan, más todavía cuando coincidió con un cambio en la directiva del futbol profesional chileno. Y los nuevos dirigentes no veían con buenos ojos a Rueda. En la búsqueda de entrenador, estando aún Rueda en la banca, salían nombres como quien saca conejos del sombrero. Se fueron cayendo uno a uno hasta que se dio con Lasarte.  

Como ocurre en general, se desecha un proceso y se da inicio a otro. No hay paciencia. La primera incursión oficial de Lasarte no pudo ser más exitosa. Sacar un empate en Argentina no es broma, menos con un Messi en la plenitud de sus condiciones, y un Chile sin el rey Arturo. Chile se plantó de igual a igual, sin complejos, sin arrugarse, y remontando un marcador adverso. Un empate con sabor a triunfo. De los 4 puntos que se aspiraba ya se había conseguido el que se presumía más difícil, con Argentina.

Ahora quedaba lo que se pensaba que sería pan comido. Ganar como local a Bolivia, un equipo inferior por donde se le mire, ya sea por historia, tradición y plantel. Solo había que confirmar el juego desplegado en Argentina y hacer pesar el mayor peso futbolístico chileno. Y no aflojar, no confiarse. Todo eso se sabía. Había que jugar con los dientes apretados, asegurar la victoria, una victoria abultada, contundente, categórica, sin dobles lecturas.

El partido empezó con todo, un Chile haciendo pesar su condición de favorito. Los primeros minutos fueron testigos de ello. Tiros fulminantes en el palo, goles cantados en que era más fácil tirarla adentro que afuera. Pero poco a poco empezamos a caer en la intrascendencia. Los minutos corrían sin que pasara nada. No se veía por dónde podía saltar la liebre. El dominio era abrumador, muchos tiros de esquina a favor de Chile, pero sin concreción en goles. Hasta que saltó la liebre Pulgar con un cabezazo para anotar el uno a cero. Al fin! Ahora el gasto tendría que hacerlo Bolivia, abrir su cerrojo, y por allí horadar la férrea defensa para asegurar el triunfo.

Y ocurrió lo que no debía ocurrir. Un disparo del goleador boliviano, sin mayor trascendencia, que es interceptado fortuitamente por Maripan en el área. Si bien el árbitro había dejado seguir la jugada, desde las cabinas del VAR lo persuadieron para la revisión del video. Y pasó lo que ya todos sabemos. Se sancionó penal, y su conversión decretó el empate, que no se supo romper, no obstante los cambios de última hora efectuados con miras a dar más agresividad al ataque. Los centros a la olla fueron neutralizados una y otra vez por los defensas bolivianos. Al final se concretó el inesperado empate que nos tiene en ascuas, a medio morir saltando, adportas de quedar fuera del mundial.

Como diría un comentarista deportivo, son cosas del futbol. Agregaría que lo ocurrido en esta fecha eliminatoria confirma que no hay nada escrito de antemano. Que es parte de la gracia futbolística, la incertidumbre del resultado, de su capacidad para derribar todo pronóstico, de dejar caer favoritismos, de que no hay que dar por ganada ninguna partida sin jugarla.

Ahora la clasificación se nos pone cuesta arriba, pero ello no debe hacernos caer en un pesimismo deprimente. Muy por el contrario, debemos sacar las lecciones del caso, para retomar el hilo. No somos ni mejores ni peores que antes, somos los mismos. Las caídas no deben ser en vano. Son necesarias para levantarnos. Así que arriba el ánimo. Hay que pelearla hasta el final.

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