octubre 10, 2020

La violencia nuestra de cada día

Photo by Amber Kipp on Unsplash
Photo by Amber Kipp on Unsplash

Los tiempos actuales parecen signados por la violencia, la que resulta amplificada o reducida en los medios de comunicación en función de los intereses de cada cual. Se trata de un fenómeno mundial del que pocos países escapan.

En el caso de Chile no deja de sorprender e intrigar el nivel de violencia imperante, esencialmente porque una de las ideas fuertes más potentes por las cuales la coalición de gobierno (Chile Vamos) accedió al poder ejecutivo fue justamente para reducirla, no para aumentarla. Estamos haciendo referencia a la violencia física, callejera, delincuencial, destructivas de la propiedad pública y privada. 

La derecha se asume que gobierna para proveer más seguridad, no menos seguridad. Sin embargo lo que estamos viendo es todo lo contrario, y el gobierno en vez de asumir su responsabilidad, no encuentra nada mejor que reprochar a la oposición de estar tras la ola violentista que azota al país.

Recuerdo muy bien que al asumir Piñera su primera presidencia, del 2010 al 2014, uno de los eslóganes esgrimidos fue “Se les acabó la fiesta a los delincuentes”. Desafortunadamente, fue todo lo contrario. La delincuencia persiste y al día de hoy podría afirmarse no solo que no se acabó la fiesta, sino que los delincuentes están de carnaval, aún en medio de la pandemia. Estamos hablando de la delincuencia en el más amplio sentido de la palabra, que incluye no solo robos y asaltos, sino que destrucción de bienes públicos y privados, así como aquellos delitos de cuello y corbata.

Estamos ante un gobierno que pareciera estar sobrepasado, que no atina, incapaz de hacerle frente, con las atribuciones y los recursos que la legislación le franquea. No solo eso, tampoco ha logrado identificar su origen así como a sus responsables. Todo parece quedar impune, tanto la destrucción que observamos a diario en la región de la Araucanía como en la plaza Italia y sus inmediaciones, así como en el resto del país. Dentro de la oposición política no cabe sino oponerse y desmarcarse totalmente, por convicción y doctrina, sin medias tintas, de toda violencia y todo acto al margen de la ley.

Por otra parte, estando a menos de un mes de un plebiscito constitucional, no escapará a nadie que los niveles de violencia actual son funcionales a quienes desean perpetuar la constitución vigente al alentar la inseguridad, la que invita a la adopción de medidas represivas e insurrección armada que no pocos se pueden ver tentados a apoyar.

Por lo expuesto imposible no pensar que tras la violencia que nos sacude hay todo un plan o montaje operado por sectores de ultraderecha con el propósito de imputárselo a la ultra izquierda. Al menos es lo que está haciendo Trump en USA. Todo es culpa de la izquierda radical mientras protege a los supremacistas blancos, representativos de la derecha radical.

La doctrina Trump exportada a varios países, entre ellos, Chile.

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