octubre 09, 2020

El arranque eliminatorio

Photo by Ben Hershey on Unsplash

Partió la bolita eliminatoria para llegar al mundial en Qatar 2022. Chile y Uruguay abrieron los fuegos en el mítico Estadio Centenario, ya no a estadio lleno, sino vacío como producto de la pandemia.

En términos del resultado Uruguay partió con el pie derecho y Chile con el izquierdo. El árbitro incidió en el resultado validando un penal que favoreció a Uruguay, e invalidando otro penal por una jugada con las mismas características que habría beneficiado a Chile. Lo que pudo haber sido un dos a uno a favor de Chile, en pocos minutos se dio vuelta. Cosas del fútbol diría un futbolero.

Los partidos con Uruguay están salpicados de incontables anécdotas por lo que no debieran sorprender. Ayer fue el de un arbitraje donde para una jugada que favorecía al local se recurre al VAR y para la otra que beneficiaba a la visita, no. Doble rasero que se entendería si el partido fuese a estadio lleno, pero no a estadio vacío.

El partido se desarrolló en medio de una pandemia que tiene en ascuas a todo el mundo y que también incidió en el partido. No pocos jugadores no pudieron ser de la partida, en ambos cuadros, por estar afectados por covid19 o estar lesionados. Lesiones que en muchos casos se explica por falta de rodaje.

No fue un buen partido y era previsible que así fuera dadas las circunstancias. Ambos equipos llegaron a la cita sin el training ni el afiatamiento ni la totalidad de sus mejores jugadores. La pandemia dejó su huella. Además, ambos también se encuentran en fase de transición, de recambio de jugadores, con algunos que están terminando su ciclo y otros que recién lo inician.

Uruguay entró a la cancha con la ventaja de contar con un entrenador de la casa, el maestro Washington Tabarez, que ha estado a cargo de la selección desde hace mucho tiempo, todo un record, y al que además los jugadores y la afición uruguaya le tienen un especial cariño ganado a punta de trabajo, paciencia, empatía y filosofía. Distinto es el caso de Chile, que en el mismo período en que Uruguay ha contado con un único entrenador, ha tenido cuatro entrenadores (Bielsa, Sampaoli, Pizzi y Rueda). De la velocidad que lograron imprimirle Bielsa y Sampaoli al juego de Chile, así como de la generación dorada, ya no queda casi nada. Se extraña el desenfado, el vértigo, la pelota siempre hacia adelante, nunca hacia atrás que caracterizaron a las selecciones de Bielsa y Sampaoli. Eran partidos suicidas, donde no importando si se estaba ganando o perdiendo, siempre se jugaba al ataque.

El partido de ayer, no obstante que tuvo momentos de lucidez, me hizo recordar el Chile previo a la era de Bielsa-Sampaoli, cuando se recurría al pase lateral o hacia atrás. Me sorprendió ver al rey Arturo como una suerte de centro half de antaño, haciéndome recordar a Nestor “Tito” Goncalvez en Peñarol, a fines de los 50 e inicios de los 60. Levantando la mirada, con pases magistrales, marcando el ritmo del partido. También cabe destacar a algunos de los nuevos. Hay pasta en muchos de ellos.

Se pudo haber ganado, pero se perdió. Así es el futbol. Fue un partido de meta y ponga, de resultado incierto hasta el final, como siempre lo son cuando están implicados chilenos y uruguayos. Ni unos ni otros pueden dar por ganado partido alguno ni cantar victoria hasta que no suene el pitazo final. Este partido no fue la excepción.

La suerte aún no estás sellada. No hay que bajar la guardia. Qatar 2022 sigue estando al alcance de Chile y Uruguay.

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