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En estos días se ha estado aprobando en el parlamento la posibilidad de extraer el segundo 10% de los fondos que las personas disponen en las AFP. Esto ha traído como consecuencias inmediatas en el plano político, y probablemente en el mediano y largo plazo cambios de mayor alcance como serían profundas modificaciones en el sistema de pensiones que nos rige.
En el plano político generó una fisura, quiebre o factura en
la coalición gobernante, ChileVamos, cuyas dimensiones aún no se conocen en
toda su dimensión; en la oposición está siendo un factor de unidad que tampoco
nadie sabe cuánto durará ni su envergadura.
En lo inmediato acá no visualizo ningún triunfador y sí tres
grandes derrotados: el gobierno, el sistema de AFP y los trabajadores. Estos
últimos no me imagino que puedan sentirse triunfadores cuando al final del día deben
recurrir a sus ahorros previsionales obligatorios destinados a su vejez para
salvar un angustioso presente agravado por la pandemia de covid19.
El gobierno se ha equivocado medio a medio al no agotar todas
las instancias para disponer de los recursos que la realidad actual exige. Si
en algo ha destacado el gobierno en estos días, es por su inacción, y lo que es
peor, por dar señales equívocas. Que en medio de este cuadro el Servicio de
Impuestos Internos (SII) se dé el lujo de condonar el pago de más de mil
millones de pesos multas e intereses a los famosos hermanos Carlos, procesados
y condenados por el caso PENTA, es una bofetada al común de los mortales. Más
allá de que el SII esté facultado legalmente para decidir como decidió, no se puede estar afirmando que el gobierno
ha hecho todos los esfuerzos imaginables por ayudar a los más desfavorecidos, y
al mismo tiempo andar condonando a condenados por el solo hecho de ser parte de
las élites de este país. La rebelión de parte significativa de la bancada
parlamentaria oficialista es bastante reveladora al respecto.
El otro gran derrotado es el sistema de AFP que observa
estupefacta cómo a casi 40 años de impuesto sin discusión pública, en reemplazo
del sistema de reparto imperante, no ha logrado legitimarse. No lo ha logrado a
pesar de haber estado pregonando, a lo largo de todas estas décadas, virtudes que
la inmensa mayoría de la población no ha logrado visualizar ni vivir. Cayó presa
de promesas iniciales incumplidas, de utilidades que no se condicen con el
servicio prestado, ni con las comisiones cobradas. Comisiones que son cobradas
cuando recauda las imposiciones a los imponentes, como a los pensionados cuando
jubilan.
No obstante lo expuesto, más allá de las comisiones cobradas, de las rentabilidades de los fondos, de las utilidades de las AFP, el mar de fondo es la precariedad laboral: una gran cantidad de empleos inestables y frágiles que generan grandes lagunas previsionales, y con bajos sueldos que originan bajos niveles de cotización. Ahí está la madre del cordero!
A lo expuesto se agrega que a las AFP se les está pasando la
cuenta al exacerbar el individualismo al insistir una y otra vez que los fondos
son de propiedad del trabajador. Y así llegamos al día de hoy en que cada uno
quiere sacar su 10% porque son suyos y solo suyos. Y así sucesivamente el mismo
argumento se repetirá para una segunda, tercera y enésima vez. No hay quien lo
pare sin importar sus consecuencias en futuras pensiones. Solo importa el
presente.
Al final, el agua se reencontrará con su cauce, y lo más
probable es que finalmente tengamos un sistema de cotizaciones obligatorias de reparto
y de carácter público, conviviendo con un sistema de cotizaciones voluntarias
privado.
Muy bien expuesto y graficado
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