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Fuente: https://aburrimientovital.files.wordpress.com/2014/06/02-05-2014-eneko.jpg |
En Chile, hace dos meses que la ciudadanía se pronunció, mediante una abrumadora mayoría, por dejar atrás la constitución del 80 en favor de una nueva elaborada a través de una convención constituyente. El próximo año, en el mes de abril deberemos elegir a quienes tendrán la responsabilidad de construir la nueva constitución a la que se aspira. Una contundente mayoría se expresó también en contra de una convención en la que estén implicados los actuales diputados y/o senadores. Y el 11 de enero próximo deberán estar inscritas las listas con sus respectivos candidatos que aspiren a integrar esta convención.
Hasta
la fecha todo indica que la derecha irá unida, y la oposición fuertemente
desunida. El camino para un cambio constitucional a fondo que abrió el pasado
25 de octubre se está transformando en un camino de derrota que asegura el
mantenimiento de la actual constitución, o con modificaciones irrelevantes. Como
el camaleón que cambia de color según la ocasión para sortear el momento.
Después
no habrá espacio para lamentos, aunque las recriminaciones mutuas no se harán
esperar, y de hecho ya se han desatado, amplificadas en los medios de comunicación
convencionales así como en las redes sociales. Los actores involucrados lanzan infructuosos
llamamientos a la unidad, como quien canta a la galería. Todos afirman haber
trabajado por la unidad, pero el resultado hasta la fecha es un indicador de
que ello no ha sido así. La desconfianza, la búsqueda de protagonismo,
convierten en letra muerta palabras altisonantes, sin percatarse que se va
camino al abismo.
Olvidan
el mensaje tras el estallido del pasado 18 de octubre del 2019 y lo que costó
convocar a la ciudadanía a volcarse al plebiscito constitucional. Y habiéndose
pronunciado con claridad por esta última opción, llegada la hora de la verdad,
la de elegir a quiénes han de tener la responsabilidad de construirla, asoman la
fragmentación partidaria y la multiplicidad de candidatos que esconden su
militancia o adhesión a una u otra corriente de opinión pública. Sin querer
queriendo se está bloqueando una vía de no violencia activa, seguro camino a una
frustración de consecuencias imprevisibles de las cuales se tendrán que hacer
responsables quienes tienen en sus manos la conducción de los partidos y
movimientos políticos y sociales actuales. Todo ello por no haber estado a la
altura del desafío que el minuto actual exige.
Si
bien el fin de año pilla al gobierno en mal pie, con bajísimos porcentajes de
adhesión, tiene una altísima probabilidad de que salga con la suya, no solo en
materias constitucionales, sino que también en las próximas elecciones de concejales,
de gobernadores, de alcaldes. Todo esto a vista y paciencia de una oposición
que no atina, paralogizada, bloqueada por sí misma. En toda democracia que se
precie de tal, se asume que cuando una coalición de gobierno tiene una baja
adhesión ciudadana, en la próxima elección es reemplazada por la coalición
opositora. Salvo algún milagro que por nuestra naturaleza humana nunca debemos
descartar, en esta ocasión parece difícil que eso ocurra.
Es muy lamentable que ésto esté ocurriendo...ceguera obcecada y soberbia a mi juicio...que no exhibe liderazgo ni conducción convocante y armónica..
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