noviembre 23, 2020

Jugando a nada

En esta fase de las eliminatorias para estar en Qatar 2020, la derrota ante Venezuela constituye un paso en falso que muy probablemente nos pene y deje fuera del mundial. El triunfo ante Perú fue en cierto modo engañoso. Chile jugó dos partidos en uno: un buen primer tiempo y un segundo tiempo para el olvido. La derrota en Venezuela nos retrató de cuerpo entero al delatar que de la generación dorada solo quedan destellos absolutamente insuficientes para pensar en una clasificación.

Si tuviésemos que definir en pocas palabras el minuto actual, diría que Chile está jugando a nada. Atrás quedaron los tiempos de un patrón de juego marcado por la vertiginosidad del juego, la capacidad de anticipación, la concentración, la agresividad, al ataque ganando o perdiendo, posicionamiento de los jugadores y pases siempre hacia adelante, con independencia de si se está ganando o perdiendo, y del rival que se tiene por delante. Un juego que cautivó a la afición, que dejó atrás toda una historia de juego arratonado, defensivo, buscando el milagro, la buena suerte, conteniendo el aire hasta el último minuto. Donde no pocas veces se hizo célebre la frase “jugamos como nunca y perdimos como siempre”.

Al tenor de los partidos que se jugaron en esta fase, todo indica que estamos viviendo un serio retroceso futbolístico. Para desentrañar los misterios de lo que está ocurriendo, nada mejor que intentar identificar los factores que nos hicieron brillar en el concierto futbolístico como nunca antes: 1) un cuerpo de entrenadores encabezados por quienes tenían convicciones profundas y mentalidades ganadoras, ofensivas: Bielsa y Sampaoli fueron sus máximos representantes; y 2) un plantel de jóvenes jugadores formados en sus respectivas canteras que se fueron forjando a punta de sacrificio y disciplina, y fogueando en las ligas más competitivas del mundo.

Desafortunadamente, el minuto actual difiere diametralmente de esta realidad. No se cuenta con un entrenador con las características suicidas de Bielsa ni de Sampaoli. Rueda tiene sus pergaminos, es una persona seria, responsable, con los pies en la tierra, pero sin la audacia de quienes dirigieron a la generación que nos dio no solo triunfos, sino que la alegría de verlos jugar.

En la primera fase eliminatoria, ante Uruguay se perdió en los últimos minutos, al igual que Colombia nos empató también en los últimos minutos. Y ahora Venezuela nos gana en los últimos minutos. ¿Qué nos dice esto? Que estábamos jugando con calculadora en mano, como en los viejos tiempos. Aguantando el resultado. Con Uruguay nos conformábamos con el empate, con Colombia aguantando el triunfo y con Venezuela parecíamos conformarnos con el empate. Con Perú si bien tuvimos un primer tiempo encomiable, el segundo nos hizo recordar tiempos idos multiplicando hasta el infinito los pases laterales y hacia atrás. Con Bielsa o Sampaoli habríamos seguido atacando contra viento y marea.

Claro, el plantel del que se dispone hoy no es el mismo de ayer. Posiblemente ese sea el motivo de la mayor cautela de Rueda. Toda estrategia y/o táctica suele estar determinada por los recursos disponibles, por el adversario que se tiene al frente, y por los objetivos que se tracen. Pero también hay intangibles implicados: los grados de confianza/desconfianza que se tengan. Y hoy por hoy todo indica que la confianza que nos teníamos, se está revirtiendo de la mano de un futbol con el que difícilmente llegaremos a alguna parte. 

Ojalá estuviésemos a tiempo para dar vuelta esto y retomar la senda que tanta alegría nos reportó.

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