En América Latina, agotadas las dictaduras militares de la primera mitad del siglo XX, emergen débiles gobiernos democráticos con escasas bases electorales y precarias institucionalidades en la mayoría de los países como consecuencia de los altos niveles de analfabetismo existentes. La efervescencia política imperante es cortada de raíz en la segunda mitad del siglo pasado, en un contexto de guerra fría capitaneada por USA y URSS, mediante dictaduras militares instaladas con el beneplácito y financiamiento norteamericano para hacer frente a la influencia de la revolución cubana.
Esta ola militarista coincide en el tiempo con una revolución científico-tecnológica sin precedentes y que abre espacio a una globalización que derriba fronteras geográficas para el flujo financiero, comercial y humano en la que estamos inmersos hasta la actualidad. Algunos de los más significativos representantes de esta ola son Pinochet en Chile, Videla y otros en Argentina, Castelo Branco y otros en Brasil, Álvarez en Uruguay, Banzer en Bolivia. Los une su visceral anticomunismo, su dependencia y obsecuencia ante el poder norteamericano, y un brutal atropello a los más básicos derechos humanos expresado en exilios, torturas, desapariciones, asesinatos por agentes del Estado. A ello se agrega una gobernanza en que se privilegian consideraciones económicas y tecnocráticas por sobre los aspectos políticos, los que son denostados persistentemente.
Como consecuencia del desprestigio en que fueron cayendo las dictaduras militares, esta ola es seguida por una de transiciones democráticas, complejas y frágiles, esencialmente por dos factores. Uno, porque si bien las FFAA no están en la primera línea de fuego, conservan un poder político que es difícilmente compatible con una democracia a secas, con todas sus letras. Y dos, porque la política ha visto cercenadas sus atribuciones en favor del poder financiero dada una realidad económica, marcada por el neoliberalismo, caracterizada por un tóxico cocktail de creciente inseguridad laboral, corrupción e injusticia en todos los planos que el mundo político no ha sido capaz de resolver.
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