Poco a poco se ve despejando
el panorama presidencial. Ya está claro que solo habrá primarias en la
izquierda. A la derecha, a pesar del deseo y esfuerzo desplegado para que
tuvieran lugar, no le fue posible. Quería llegar a la primera vuelta con un(a)
único(a) candidato(a), pero no hubo caso. Fue tal el deseo que incluso pensaron
hacer unas primarias truchas, de mentira. Alcanzó a caerles la teja que, de
hacerlas, habrían hecho el ridículo, habría sido un fiasco.
En la ultraderecha, pensaba que podrían ocupar las primarias para dirimir la disputa que
protagonizan Kast y Kaiser para ver quien de los dos va a la primera
vuelta. Así como no quisieron concurrir
a primarias con Evelyn, tampoco quisieron hacer unas primarias entre ellos.
Me sigue costando
creer que tanto Kast como Kaiser sigan corriendo hasta la primera vuelta. Dado
que rechazaron ir a primarias, pienso que uno de los dos se
bajará a cambio de un cupo senatorial. Dado que se disputan un mismo espacio
electoral, yendo los dos se debilitan mutuamente, facilitando la
primacía de Evelyn de cara a la primera vuelta.
Importa consignar que
la ultraderecha no solo ha puesto sobre la mesa a Kast y Kaiser, puesto que a
ellos habría que agregar a Francesca Muñoz, del Partido Social Cristiano, quien
le ganó la disputa interna a Rojo Edwards. Si no he mencionado antes a Francesca ha
sido simplemente porque la veo como un mero saludo a la
bandera.
¿Cuál podría ser el
motivo por el cual al final del día Kast, Kaiser y Muñoz estén en la papeleta
de la primera vuelta presidencial? Se sabe que los partidos que están tras
ellos (Republicano, Nacional Libertario y Social Cristiano) han acordado ir en una
lista parlamentaria, al igual que la coalición de ChileVamos que agrupa a la
UDI, RN y Evópoli, quienes irán en una única lista parlamentaria.
Mi tesis es que mientras
la derecha representada por ChileVamos va por ganar la presidencia del país, la
ultraderecha ha renunciado a ella para concentrar su energía en ganar peso en
el congreso, tanto en el senado como en la cámara de diputados. Mientras la
lista parlamentaria de la derecha será liderada por una única candidata
presidencial, Evelyn, la de la ultraderecha será liderada por tres candidatos
presidenciales, uno por cada partido que integra la lista parlamentaria. La
puja en el sector estará dada por definir quien predominará en ella: la derecha
o la ultraderecha, y esta forma condicionar apoyos de cara a una eventual
segunda vuelta electoral.
En la izquierda lograron
acordar primarias para definir al candidato(a) presidencial. Gran logro no
exento de riesgos, pero claramente es mucho más lo que podía perder de no
realizarlas. Gran logro que da cuenta de una capacidad que no ha mostrado la
derecha ni la ultraderecha.
Logro que no alcanza
a ser opacado por la ausencia de la DC, partido que decidió ir directo a primera vuelta con Alberto Undurraga, alternativa que está en discusión al
interior de la misma colectividad. Lo más probable es que al final del día se sume a
la candidatura vencedora de las primarias a cambio de espacios en la lista
parlamentaria para no comprometer su eventual extinción.
Se despejó el
panorama respecto de quienes van a las primarias y qué partidos los respaldan: Gonzalo
Winter (FA), Jeanette Jara (PC-AH), Carolina Tohá (PPD, PL, PR, PS) y Jaime
Mulet (FRVS). Todos candidatos que representan distintas sensibilidades dentro
de la izquierda y la centroizquierda, que se han comprometido a dirimir sus diferencias en una breve
campaña cuyo tenor definirá si será capaz de convocar a la ciudadanía a
participar en ellas.
Tenor que incidirá en
lo que ocurra posteriormente, a la hora de la primera y segunda vuelta de las
elecciones de fin de año. Si la campaña se desenvuelve limpiamente, sin golpes
bajos, sin zancadillas de mala leche, y tiene un carácter marcadamente propositivo, el sector será capaz de dar vuelta la ventaja que las encuestas arrojan a
favor de la derecha y la ultraderecha.
¿Cómo medir el éxito
o fracaso de las primarias que llevará a cabo la izquierda? Personalmente la
mediré por la capacidad de convocatoria, por la cantidad de ciudadanos que se
sientan llamados a participar en ella. Una convocatoria en torno al millón de
votantes sería un fracaso, en tanto que una convocatoria que bordee los dos
millones de votantes, como un éxito y un preludio de un triunfo en primera
vuelta.
Saludos Rodolfo
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