En Chile, políticamente estábamos
acostumbrados a manejarnos en base a los famosos tercios, izquierda, centro y
derecha. Estos tercios tienden a fluctuar entre el 30% y 40%. Cuando el centro
se desperfila y/o se está ante un clima de polarización, suele dejar de tener
las riendas. El centro, o es protagonista con las riendas del poder político, o
es dama de compañía cuando no tiene las riendas. En este último caso, quien
conquista el centro es quien saca premio ganando las elecciones.
En líneas gruesas esta
clasificación, de una delantera conformada por 3 atacantes -izquierda, centro,
derecha- mantiene cierta vigencia, aunque adquiere particularidades en
determinadas épocas. Hoy se podría hablar de una ofensiva con 5 delanteros
-extrema izquierda (FA y PC), izquierda (PS, PPD, PR Y PL), centro (DC, Amarillos
y partido demócrata), derecha (RN, UDI y Evópoli), extrema derecha (partido
republicano, partido socialcristiano y partido nacional libertario.
En vez de referirnos a extrema
izquierda, izquierda, centro, derecha y extrema derecha, muchos prefieren
llamarlos izquierda, centroizquierda, centro, centroderecha y derecha. Para estas
líneas, da lo mismo. En todo caso, a la
corta o a la larga, a la hora de la verdad, se tiende a los famosos e
históricos tercios.
La manija, como siempre, la sigue
conservando el centro, que hoy se encuentra fragmentado, reducido, en un marco
de propensión a la polarización mundial del que el país no ha podido escapar.
La única diferencia con otros tiempos radica en que si bien el centro sigue
siendo imprescindible, ha pasado a ser un jugador secundario, a diferencia del
pasado en que era actor principal.
La clasificación dada, repito, es
de carácter grueso, que no ignora la existencia ocasional de caudillos, curas
de Catapilco, o próceres de ocasión que rompen esquemas preestablecidos,
capaces de alterar los cursos de acción esperados.
Para dar gobierno, esto es,
gobernar con cierta eficiencia, en una democracia representativa como la
nuestra, necesariamente se debe tener una mayoría robusta. En el caso de una delantera
de 3 atacantes (izquierda, centro y derecha), se deberá gobernar con al menos
dos de ellos, y en el caso de una ofensiva con 5 delanteros, con al menos 3 de
ellos. La realidad política actual invita a pensar que estamos en el escenario
de cinco quintos y para gobernar en forma tanto la izquierda como la derecha
deben conquistar el centro.
Quien lo conquista, gana el
gobierno. Pero conquistar el centro implica alejarse de los extremos, porque si
algo caracteriza al centro político, es su aversión a los extremos. Por otro
lado, desde los extremos se ve con malos ojos cualquier acercamiento al centro,
porque lo asumen como un precio muy alto -la renuncia a muchas de sus
convicciones más férreas-, que no están dispuestos a pagar.
Esto es lo que quiso resolver
Matthei en primarias, pero todos sus intentos cayeron en saco roto, porque
desde la extrema derecha se negaron en rotundo. Por lo tanto la disputa sería
en la primera vuelta donde en principio irían hasta 5 candidatos -Matthei,
Kast, Kaiser, Parisi y Muñoz-. Sin embargo, estimo que al menos Kaiser negociará
su bajada a cambio de una senaduría.
Por el lado izquierdo, la disputa
será en primarias, donde se verán las caras candidatos más escorados hacia la
izquierda y otros hacia el centro. Quien gane, se asume trae consigo todos los
votos de quienes perdieron. Este es un supuesto fuerte, porque hay quienes
parecieran estar al aguaite, dispuestos a tirarse a la piscina en la primera
vuelta, dependiendo de quien gane las primarias -puede ser el caso de MEO,
Mondaca, Mayne Nichols, Trivelli, Frei-.
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