En mi columna anterior esbocé dos razones por las que considero que la propuesta constitucional que se plebiscitará es una constitución tramposa, o lo que es lo mismo, tiene mucha letra chica: una, fortalece las AFP al constitucionalizarlas; y dos, los impuestos que pagamos no pueden estar afectos a un destino en particular, excepto si se destinan a la defensa nacional, esto es, a las FFAA, dejando fuera cualquier otro gasto, entre ellos, la educación y la salud. Por mayores detalles sugiero leer mi columna La letra chica (parte 1).
En esta ocasión me referiré a las
limitaciones que la constitución que se nos propone tiene en el campo de la
salud. A pesar de la crisis que viven las isapres, las eterniza,
constitucionalizándolas, en circunstancias que la experiencia señala que han
sido incapaces de proveer salud a toda la población, tal como las AFP han sido
incapaces de proveer las jubilaciones que prometieron cuando fueron creadas. En
ambos casos, la constitución que se nos propone lo único que hace es consolidar
el sistema vigente, caracterizado por su extremo individualismo, donde cada uno
se debe rascar con sus propias uñas sin el más mínimo decoro.
El artículo 16, numeral 22 y letra b afirma que “Cada persona tendrá el derecho a elegir el sistema
de salud al que desee acogerse, sea este estatal o privado”. ¿Dónde está la
trampa? En que este derecho a elegir está sujeto a la disponibilidad de
recursos económicos de cada uno, esto es, incentiva un sistema de salud dual a
la medida del bolsillo de cada uno: uno, para quienes tienen altos ingresos; y
otro, para el resto de los chilenos.
Extrema la política de que con plata
se compran huevos, en este caso particular, con plata se compra no tener que
estar en lista de espera para una eventual operación. Y hasta de esto último se
puede dudar. El resto se las tiene que arreglar en base a solidaridad entre los
suyos, a punta de bingos y/o completadas perpetuando la desigualdad en el
acceso a los servicios de salud. En síntesis, perpetúa el individualismo al impedir la construcción de espacios de
solidaridad institucionalizada.
La clásica grieta, donde en vez de promover su
disminución, se tiende a agudizar. Quizás eso quisieron decir cuando la
presidenta del consejo constitucional se dio el lujo de hablarle a los “verdaderos
chilenos”. Los demás seríamos unos falsos chilenos, los humanoides.
Por eso se dice que constitucionaliza las isapres, las
consagra, consolidando el modelo neoliberal en que estamos sumergidos. Esto es,
va en la dirección contraria de aquella por la cual el país quería cambiar la constitución.
En términos de tránsito vehicular, vamos a contramano.
Por esto y mucho más, no me pierdo: voto EN CONTRA.
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