En Chile, Boric parece haber dado un golpe a la cátedra
remeciendo el tablero político casero. Consultado respecto de qué sobrevendría
en caso de un triunfo de rechazo, muy suelto de cuerpo, sin arrugarse siquiera,
sostuvo que debiera iniciarse un nuevo proceso constituyente. Se asumía que si
ganaba la opción del rechazo mantendría su vigencia la constitución del 80. Negó
esa posibilidad basado en que el resultado del plebiscito de entrada fue
categórico: no a la constitución del 80, sí a una nueva constitución. Por tanto,
afirma Boric, si la gente rechaza la propuesta de nueva constitución elaborada
por la convención, entonces solo cabría volver a elegir convencionales para que
elaboren una nueva constitución que también debería someterse a plebiscito de salida. Y así sucesivamente,
hasta que la propuesta constitucional sea aprobada.Foto de Daniel M. en Unsplash
Esta interpretación descolocó al mercado político que no
se esperaba esta interpretación. Las críticas no se hicieron esperar. Ellas llegaron
desde el minuto cero, en especial desde las trincheras, quienes están con el
apruebo y el rechazo sin matices, antes siquiera de haberse iniciado la
convención y sin interés siquiera en leerla propuesta constitucional. Desde los
fanáticos del apruebo a secas, sin medias tintas, las críticas apuntan a que
sin querer queriendo le da alas al rechazo, al abrirse a la posibilidad de que
gane el rechazo. Como quien dice, no importa si gana el rechazo porque entonces
lo único que cabe es volver a empezar otro proceso constituyente. Desde la
barra brava del rechazo porque presumían que continuaríamos con la constitución
del 80, que la pelota estaría en sus manos para determinar si se abrirían a
algunos cambios, cuáles cambios y con qué profundidad.
A los amarillos del rechazo, así como a los partidarios
del apruebo para mejorar, también los descoloca porque ni en sus mejores o
peores sueños imaginaron siquiera la apertura de otro proceso constituyente. No
se lo pensaron tanto por falta de imaginación como por el desgaste de tiempo y
recursos que implicaría. No sé si el país resistiría otro par de años dándole
vueltas al mismo asunto sin que el país sufra las consecuencias por la prolongación
indefinida de la incertidumbre.
Desconozco, por no pertenecer al círculo íntimo del
presidente, si él previó el remezón político que generaría sus declaraciones. No
sé si ellas despejan el panorama, o lo nebulizan.
2448. Afirmas estar totalmente de acuerdo con mi
descripción sobre el nuevo gobierno de Chile, que deberá demostrar su valía
pese a su juventud e inexperiencia, la vieja generación que agotó su ciclo pero
sin abrir espacio alguno, como el niño que se encapricha con un juguete y no lo
suelta, pero viene otro niño y se lo saca. Y me preguntas ¿qué pasará? No lo
sé. Sí creo que Boric está aprendiendo sobre la marcha a pasos agigantados, que
parece tener un olfato político que nos supera. A su lado nosotros seríamos
unos imberbes. Está aprendiendo a navegar en aguas tempestuosas, con un equipo
de gobierno que muestra flancos débiles, pero no los suficientes como para
hacer zozobrar la embarcación. Lo que tiene en manos no es broma. Asumió con
problemas gordos que tenía que resolver, que no ha resuelto y que no creo que
resuelva –relación chilena-mapuche, fenómeno inmigratorio, inflación-. A lo
más, cual malabarista, los dejará como testamento a un futuro gobierno como
problemas agudizados o morigerados.
Boric se da cuenta que solo con su coalición (FA y PC) no puede gobernar, que necesita ampliar sus fronteras, por lo que se ha acercado a los partidos que conformaron la Concertación en el pasado. Es así como hoy lo respaldan el PS y el PPD de la exConcertación, a disgusto de no pocos en el FA y el PC, pero observo que están resignados. Poco a poco deben entender que no se gobierna haciendo lo que se quiere, o siguiendo un programa de gobierno al pie de la letra, sino que gobernando como se puede. El único límite, a mi modesto entender, es no darse vuelta de carnero, esto es gobernar al revés como lo hizo en su tiempo Gabriel Gonzalez Videla (GGV), alias Gabito, un presidente radical que salió elegido con el apoyo del PC, pero que a poco de iniciar su gobierno proscribió al PC e hizo perseguir encarnizadamente a sus militantes relegándolos a Pisagua.
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