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Photo by Ian Espinosa on Unsplash |
Esta reflexión nace a partir de una inserción efectuada en
una de las redes sociales por parte de una profesora de educación básica de la
ciudad de Arica donde se afirma que “cuando exista una ley que
obligue a los políticos a ser atendidos en los hospitales públicos, a partir de
ese momento mejorará la salud en nuestro país”.
Quienes legislan, quienes nos gobiernan, quienes deciden
respecto de los montos a destinarse al sistema de salud pública, así como sus
características esenciales, en su gran mayoría, por no decir todos, cuando las
circunstancias lo exigen, recurren al sistema de salud privada. No deja de ser
una contradicción, una inconsistencia, y por lo mismo parece razonable la
exigencia de que toda autoridad pública se atienda en los centros de salud
públicos existentes en el país. Para que vivan en carne propia la realidad que
deben enfrentar y vivir las familias con escasos recursos que por problemas de
salud deben atenderse en la red pública de salud.
No hace mucho, una diputada, María José Hoffmann, de la UDI,
en medio del debate en torno al ingreso familiar de emergencia que inicialmente
era de $ 65,000 por 3 meses, frente a las presiones opositoras por su aumento,
no tuvo empacho en sostener “nosotros no queremos que la gente viva del
Estado”. Y ella de qué vive? Hace cuántos años? Con qué facilidad se suben sus
propias remuneraciones, pero a la hora de incrementar sueldos mínimos, ingresos
familiares de emergencia, las dificultades son enormes. Estas son posturas
insostenibles de las cuales el mundo político está plagado.
Vivimos en una sociedad dual, donde conviven dos mundos que
solo se relacionan entre sí por necesidades imperiosas. El mundo de la
abundancia, de la modernidad de una minoría, de donde proviene el grueso de
quienes definen y deciden el país en que vivimos; y el mundo de los marginados,
de los endeudados, de los subempleados, de quienes buscan escapar de la pobreza.
Resulta paradojal que quienes no viven la realidad de la marginalidad son
quienes formulan, implementan y evalúan las políticas para abordarla con
prescindencia de quienes están afectados.
En tiempos de pandemia, luego de décadas de crecimiento que
ha logrado reducir la pobreza a costa de endeudamiento, la desigualdad no
decrece. Irrita la discriminación social, de trato, el discurso vacío de la
meritocracia e igualdad de oportunidades. Los dos mundos persisten sin mayores
espacios de interacción.
Quienes están definiendo qué hacer para enfrentar la crisis
sanitaria, económica y social no la están viviendo, a lo más la están viendo,
sobretodo quienes están más cerca, los alcaldes y concejales. De hecho no han
perdido sus trabajos ni han visto disminuidos sus ingresos. No viven la
incertidumbre en la magnitud de quienes la padecen.
Quizás sea hora de conectar estos dos mundos, tender puentes,
vasos comunicantes bidireccionales con quienes están más implicados en los
problemas, no con prescindencia de ellos. No solo eso, se hace imperativo
acercarlos. Una convivencia pacífica de ambos mundos con sus características
actuales, es insostenible en el largo plazo, salvo por la vías dictatoriales.
Una democracia en plenitud no admite un distanciamiento tan severo entre sus
distintos actores sociales como el que se está viviendo.
El día en que estos dos mundos se miren, abracen y confundan,
ese día Gardel volverá a cantar.
¡¡¡GRAN TRABAJO ,INTERESANTE REFLEXIÓN !!!ME VUELO CON SUS ARTÍCULOS ,¿CÓMO UNIR PUENTES? GRACIAS POR COMPARTIR .GRAN ABRAZO .
ResponderBorrarCompletamente de acuerdo. Lo grave es que no se ven avances en ese sentido lo que puede poner en jaque la democracia
ResponderBorrarMe encanta leer lo que escribes, asertivo una reflexión profunda, es una realidad que muchos no quieren ver, pero que existe, un abrazo a ti y a Cielo.
ResponderBorrar👏👏👏👏👏👏👏👏👏😘
ResponderBorrarDe película, al llegar a unir estos polos opuestos, sería un gran bestseller. Un abrazo
ResponderBorrarArtículo profundo en el que se describe en pocas palabras el conflicto de esos dos mundos tan distantes existentes en nuestro . Hay varios conceptos de humanidad y ética política que entrelaza con maestría su autor.
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