Fuente ilustración: puntofinal.cl
Simultáneamente, 3 familiares muy cercanos debieron ser hospitalizados: uno para una operación a la cadera, otro por un derrame cerebral, y otro por una infección a la sangre. El primero, en un hospital público, en Talca; el segundo en la clínica Reñaca, en Viña del Mar; y el tercero, en un hospital privado en Nueva York, USA.
El atendido en el hospital público, ingresó un viernes, luego de 3 años de espera, fue operado al día siguiente y el lunes fue dado de alta. La atención, impecable, con un equipo médico de primer nivel y personal paramédico con una excelente disposición.
El segundo caso ya lleva casi dos semanas en la clínica privada sin que se tenga claridad respecto de cómo saldrá el paciente, ni las secuelas que dejará el derrame cerebral. Mientras esté con vida, la esperanza va acompañada de la desesperanza, la que se acrecienta con el paso de los días.
Similar fenómeno se está dando en una clínica privada en Nueva York, adonde el paciente llegó por dolores, detectándose una infección a la sangre. Infección que se bate en retirada luego de varios días por efecto de la aplicación de antibióticos. Ahora está sometido a exámenes para investigar el origen de la infección.
En estos dos últimos casos, hospitalizados en clínicas privadas, con el paso del tiempo, empieza a anidarse la desconfianza, por el alto costo que encierra cada día adicional de hospitalización con las consiguientes consecuencias en los bolsillos de la familia del paciente, y en los ingresos de una clínica con fines de lucro.
Las diferencias entre los distintos casos, no dejan de impresionar. Para ser tratado en un hospital público, debes esperar sus buenos años, y cuando ingresas, dado que las camas son siempre escasas, se procura que éstas sean ocupadas los días estrictamente necesarios, ni un día más, para posibilitar la atención de otros pacientes. En el caso de los hospitales privados, no debes esperar nada, basta un cheque en blanco y/o la firma de un pagaré. Además, no hay mayor urgencia por desocupar las camas, dado que suele no haber escasez de ellas en tales hospitales, y porque se está pagando por su ocupación.
Lo descrito invita a reflexionar sobre el tema del lucro en el sector salud. Se nos quiere hacer creer que todo lo público es de mala calidad y que lo privado es de buena calidad. Este es el credo que se nos ha inoculado ya por décadas y que no necesariamente es cierto. Los productos/servicios públicos pueden ser de muy buena calidad si se disponen de los recursos financieros, tecnológicos y humanos para atender la demanda de los sectores más desposeídos. Desgraciadamente, quienes idolatran lo privado y demonizan lo público son quienes se resisten a proveer tales recursos.
Creo que debe irse a un fondo único de salud obligatorio para todos administrado por FONASA, complementado con seguros de salud privados voluntarios provistos por las ISAPREs.
Creo que debe irse a un fondo único de salud obligatorio para todos administrado por FONASA, complementado con seguros de salud privados voluntarios provistos por las ISAPREs.
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