Del aeropuerto de Barcelona, un bus me dejó en la plaza Cataluña. El día estaba asoleado, no parecía invierno a pesar de estar en pleno invierno. Clima agradable, temperado. La plaza llena de gente, pero sobretodo, de palomas. Hice un alto para conversar con las palomas a fin de entregarles los saludos y mejores recuerdos de un amigo catalán que cuando niño iba los domingos a darles migas de pan. Este niño, a corta edad tuvo que dejar su país, para recalar en Arica luego pasar por varios países. Desde entonces vive en Chile, ahora en Santiago, pero la tierra, la infancia, siempre tira, particularmente cuando uno se va por voluntad de terceros, o de las circunstancias. Los inmigrantes de ayer, hoy y siempre.
Europa vive momentos complejos, con sentimientos encontrados, entre unos y otros, y no pocas veces, en cada uno de ellos. El flujo migratorio proveniente de África está superando todo pronóstico, desafiando con ello la apertura, la tolerancia y todo un conjunto de valores que se han ido desarrollando desde el término de la segunda guerra mundial. El nacionalismo está al acecho.
Mientras tanto, en Chile el ambiente político se crispa como consecuencia de la aspiración de no pocos por anular una ley de pesca y la podredumbre que ronda en torno a los casos PENTA, SQM, CAVAL, CMPC, CORPESCA y las colusiones de las farmacias, los pollos, los papeles. Casos y colusiones que arrastran consigo a lustrosos apellidos, así como a otros no tan lustrosos.
En España, las cosas no son tan diferentes. El duopolio PP y PSOE, arrastrado por corruptelas que han salpicado particularmente al PP, la derecha española, está siendo jaqueado por nuevas fuerzas políticas. Algunas de ellas, realmente nuevas, y otras no tanto, que irrumpieron con fuerza en las últimas elecciones. La actual dispersión en el ámbito político español está dificultando la conformación del gobierno. Rajoy, arrastra consigo la corrupción de su partido, el PP, que para alcanzar el gobierno tuvo que zafarse del franquismo, al menos en el discurso. El PSOE, se encuentra debilitado por la aparición, desde la izquierda, de PODEMOS, una fuerza política liderada por Pablo Iglesias. Es así como tanto el PP como el PSOE han perdido millones de votos. Hoy son 4 los partidos que concentran más del 80% de los votos, pero ninguno por sí solo posee la mayoría absoluta en el parlamento para gobernar, no visualizándose ninguna alianza capaz de proveer un gobierno estable, duradero. El PP aspira un acuerdo con el PSOE, al estilo de la gran coalición alemana, pero el PSOE se resiste a ello porque importantes sectores en su interior lo visualizan como una alianza espúrea. Son los mismos sectores que le encuentran más sentido a una alianza con PODEMOS.
En caso de persistir el actual estado de cosas, muy posiblemente se tenga que disolver el congreso y llamar nuevamente a elecciones. Esta opción no es vista con mucho interés porque se presume que el cuadro que emerja no sea muy distinto al que se tiene ahora. En fin, el término del bipartidismo trae consigo ebullición cuya duración es difícil de prever.
Me he extendido en torno a esta temática porque visualizo que lo que está viviendo España se asemeja, no poco, a lo que Chile podría vivir próximamente. Sin duda que la multiplicidad de partidos dificulta la conformación de coaliciones estables capaces de dar gobierno.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario