A la luz de lo que se observa en los medios de comunicación muchos creerían que estamos ad portas de una elección presidencial. Lo curioso es que no es así, puesto que ella tendrá lugar a fines del próximo año. Lo que sí tendremos en los próximos meses es una elección municipal de alcaldes y concejales.
En realidad no solo en los medios de comunicación es donde se presentan los distintos pasos que unos y otros están dando, sino que el propio gobierno es el que estaría agitando el pandero.
Las causas de ello no son difíciles de desentrañar. La baja adhesión que despierta el gobierno constituye un fuerte aliciente para dejar de lado el presente y echarle una mirada a lo que viene. Lo curioso es que este espíritu parece haberse apoderado también del propio gobierno, que en lugar de centrarse en gobernar, ocupa una significativa cantidad de su tiempo y energía en asegurarse que su sucesor no sea alguien de las fuerzas opositoras. Una suerte de fuga hacia delante, con todo un equipo en campaña.
Este equipo, que en otros tiempos no muy remotos sería calificado como una grosera intervención electoral con recursos estatales, es muy ilustrativo de los tiempos que corren. Conformado por personeros del más alto nivel, cumplen roles específicos, ocasionalmente intercambiables. A modo de ejemplo en este equipo se cuenta con un estafeta del más alto nivel, que tiene la modestia de asumir un rol dual pocas veces visto en la historia de este país. Por un lado es precandidato de las huestes gubernamentales, y por otro, estafeta, que viaja a la isla Juan Fernández, recoge un pendrive de parte del alcalde del lugar, para entregárselo a un diputado de su partido (UDI) frente a las cámaras, de modo que todo el país tome conocimiento del importante rol que está jugando en este minuto histórico. Este precandidato, simultáneamente se involucra en un tema tan trascendental como lo son los baños y estacionamientos en los grandes centros comerciales, las catedrales del consumo, mal llamados malls. Por lo mismo se enfrasca en una disputa con un medio de comunicación nacional sobre si tuvo o no una conversación con un senador de su propio partido.
Por otro lado, una ministra en plena faena gubernativa, con desbordante entusiasmo, sin morderse la lengua, proclama a otro ministro, que construyó su fama como un exitoso rescatista siempre sonriente (ERSS), como su candidato presidencial predilecto, aún cuando su partido (UDI) le ha rogado encarecidamente, de la boca para afuera, que no adelante la campaña presidencial, dado que en su minuto abordará el tema. El propio presidente Piñera, sin querer queriendo, para el 21 de mayo le regala a ERSS un caramelo, el puente de Chacao, un caramelo con letra chica porque nadie se atreve a asegurar que efectivamente habrá puente. Caramelo que el ministro-rescatista recibe con una sonrisa de oreja a oreja.
Ya tenemos entonces, un equipo con una jefa de campaña, un estafeta y un rescatista a los cuales debiésemos agregar a otro rescatista, más serio, circunspecto, Andrés, quienes se encargan de desplazarse a las zonas que las circunstancias aconsejen, esto es, a apagar incendios.
Más preocupados de la alta adhesión que despierta Michelle que de gobernar propiamente tal, las consecuencias no pueden ser otras que las que observamos a diario: conflictos que no son abordados ni resueltos oportunamente, que solo se resuelven frente a hechos consumados. La planta de Pelequén solo se cerró después que para la semana santa la población cortara la carretera; lo mismo que en Freirina y tantos otros lugares.
En síntesis, no hay capacidad de anticipación a los conflictos; estamos ante un gobierno reactivo antes que proactivo. Esto, a pesar de ser el “gobierno de los mejores”, de “la nueva forma de gobernar”.
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