Así como en otras
ocasiones hemos escrito en torno a las características con que fue surgiendo Ingeniería
en Informática Empresarial (IIE), ahora lo haré respecto de cómo se fue
tejiendo la carrera puertas adentro.
La Facultad de
Economía y Negocios (FEN), en ese entonces llamada Facultad de Ciencias
Empresariales (FACE) estaba conformada por 4 departamentos (Economía,
Administración, Informática y Contabilidad), y tres carreras (Ingeniería
Comercial mención Administración, Ingeniería Comercial mención Informática, y
Contador Público-Auditor).
Los académicos
estábamos adscritos a los departamentos, desde donde proveíamos servicios
docentes a las carreras que eran administradas por las escuelas correspondientes.
El ambiente laboral en algunos de ellos no era el mejor. La incapacidad para abordar
las disputas en su interior llevó a la rectoría de entonces, representada por
Álvaro Rojas Marín, a intervenir la facultad. Estamos hablando de los primeros
años del presente siglo (2003-2004).
Intervención que se
expresó en lo que coloquialmente solemos llamar “cortar por lo sano”: la
eliminación de los departamentos, adscribiendo a los académicos a las escuelas.
Con ello se logró desgranar el choclo separando a los académicos “conflictivos”.
No me pregunten quiénes eran porque quienes lo eran para unos, no lo eran para
otros. Es así como nace la Escuela de IIE con los académicos que estaban en el
departamento de Informática (Martin Schäffernicht, Alejandro Flores y quien
escribe estas líneas), más Víctor Nocetti, Patricio Ortúzar (QEPD) y Jorge
Zamora (QEPD) provenientes del departamento de Administración, y Rodrigo Saens
del departamento de Economía.
Para asumir la
dirección de esta nueva escuela, el rector, en uso de sus facultades, nombra a Andrés
Ruiz-Tagle, Ingeniero egresado de la Universidad Católica, a quien se le había
contratado recientemente para prestar servicios de asesoría a la Vicerrectoría
Académica para apoyar al Centro de Tecnología de Información (CTI). Ahí fue
cuando lo conocí, con ocasión de la construcción de un sistema para la gestión
de la investigación que se realiza en la universidad. Cuando lo nombraron tuve la intuición de que era
la carta apropiada, que nos iba a ir bien. Y bajo su impulso, así fue. Nos abocamos
crear un logo, un eslogan. El logo fue un delfín, queriendo simbolizar una
carrera alegre, juguetona, creativa, y el slogan fue formando para innovar. El logo,
por razones que desconozco, se lo llevó el tiempo, en tanto que el slogan,
persiste contra viento y marea hasta nuestros días.
De quienes
conformamos el grupo originario de la escuela, en ella solo subsiste Martín. De
los otros, ya conversaremos en otra oportunidad. Para enfrentar los desafíos
del presente, el elenco está totalmente renovado, con una mezcla de egresados
de la misma carrera y académicos provenientes de otras universidades.

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