Es raro que no
estemos bajo alguna presión, así como lo es cuando nos sentimos presionados. La
presión conlleva stress. Lo ideal es no estar presionados, poder decidir,
actuar sin presiones. Sería como andar flotando en el aire, como los astronautas
cuando están en una cápsula espacial no sujeta a la fuerza de gravedad.
En esta ocasión, ad-portas
de la segunda vuelta presidencial chilena, me limitaré a hacer alusión a la
presión económica, dejando para otra oportunidad el tema de la presión social, o callejera. La
presión económica, de las élites económicas y fácticas, alentadas por los
medios de comunicación guiados por TMT y LT, apunta a que las favorables perspectivas
económicas que se están avizorando en el horizonte se explicarían por la alta posibilidad
de que la derecha radical, la ultraderecha, asuma la conducción política del país.
En ningún caso sería
imputable a la gestión de un gobierno que no duda en calificar de desastroso, a
punto tal que se está preparando para asumir un gobierno de emergencia desde el
primer día. Cualquier persona con dos dedos de frente y que levante un poco la
cabeza se da cuenta que Chile no es un país que se esté cayendo a pedazos ni
mucho menos. Es una mirada extremadamente
sesgada que nos está haciendo mucho daño porque termina tirando para la cola,
transformando todo en una suerte de profecía autocumplida.
Es claro que no
estamos en jauja ni mucho menos, pero si levantamos la vista, miramos lo que
está ocurriendo en “nuestro barrio”, América Latina, y cómo está el mundo,
Chile, su gobierno, quienes nos gobiernan, no salen mal parados, sino todo lo
contrario. Distintos estudios confiables demuestran que la percepción que se
tiene de la realidad es sustantivamente peor que la realidad misma. Percepción
determinada por insuflar miedo, inseguridad en forma permanente por todos los
medios posibles.
Esta brecha está dada
por los medios de comunicación que, en vez de informar, desinforman
descaradamente. Sintiéndose dueños del país, no trepidan en apropiarse de
expresiones que son centrales en la vida política de un país, manipulándolas eufemísticamente
con total descaro. Son incapaces de llamar a las cosas por su nombre. El modelo
lo tienen a mano, el del innombrable: al golpe lo llamaron “pronunciamiento”, a
la dictadura, “régimen”, a quienes no comulgan con sus ideas, “extremistas”, "comunistas", o “antipatriotas”.
Manosean la expresión libertad desnaturalizándola por completo, siendo capaces
de restringirla, limitarla a niveles y por tiempos que ellos mismos determinen.
Estamos viviendo
tiempos bravos que demandan lo mejor de nosotros. Los poderes fácticos, así
denominados por Allamand cuando le tiraron la cadena que lo forzó a hacer la
travesía por el desierto, así como esos cómplices pasivos a los que se refirió
Piñera cuando se conmemoraron 40 años del golpe, están volviendo por sus
fueros, pensando en su resurrección.
Los imagino
gobernando. Quienes no pensamos como ellos somos extremistas o comunistas; cualquier
manifestación de protesta que hagamos tenderá a ser criminalizada, y si las
circunstancias lo aconsejan, restringida o prohibida. Los autoatentados estarán
a la orden del día, como en su minuto los asesinatos se encubrían bajo el manto
de la fuga.
Mi candidata era
Tohá, pero quedó en el camino aventajada por Jara. Una de las razones de mi
preferencia por Tohá residía en que a Jara le iban a dar como bombo por ser
comunista. Entre Jara y Kast, no me pierdo. En Chile el partido comunista ha
estado en el gobierno y en ninguno de los gobiernos en que ha participado se ha
comido las guaguas como denunciaba la derecha. A Jara la veo proclive a la
búsqueda de acuerdos demostrada en hechos, todo lo contrario de Kast, quien ha desestimado toda clase de acuerdos a lo largo de su trayectoria política.
Vivimos tiempos
bravos donde parecen predominar quienes desean jugar al todo o nada, quienes
recelan de las medias tintas. Ojalá seamos capaces de votar despojándonos de
miedos irracionales, de percepciones infundadas, de mentiras que circulan al
por mayor. Vamos a ver en qué termina esto.

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