Veo que has vuelto por
tus fueros, ahora reanimado por un contundente respaldo popular a pesar de
todas las peripecias vividas. Reforzado por un congreso a tu pinta para hacer
realidad tu slogan “Make America Great Again” (MAGA). Vuelves teniendo a tu
espalda un primer gobierno que te dejó con sabor a poco. Quisiste repetirte el
plato sin lograrlo. Insististe, y ahora sí. Esto da cuenta de tu pertinacia, de
no darte por vencido y acá estás. Has vuelto en gloria y majestad, con medio
mundo a tu favor, incluyendo a muchos de tus opositores de entonces, que ahora
se rinden a tus pies, de quienes están siempre disponibles para arrimarse a buen
árbol. No es para menos dado que no todos los días ni todos los países eligen a un delincuente como presidente. Toda una proeza.
Desde el primer día de
tu gobierno, incluso desde antes, decidiste ir por todo acompañado de los más
ricos, de los dueños de las mayores empresas tecnológicas del mundo. A uno de
ellos, Elon Musk, lo pusiste a cargo del adelgazamiento del aparato público
gubernamental; a un Kennedy lo pusiste a cargo de la salud pública. Retribuyes
los apoyos recibidos en campaña, lo que habla bien de ti. Por suerte tus amigos no roban, son un espejo tuyo,y así lo ha reconocido el pueblo que te votó.
Dentro de tus primeras
órdenes ejecutivas -aquellas que no requieren pasar por el filtro del congreso-,
está aquel que está permitiendo excarcelar a tus huestes que asaltaron el
capitolio hace ya poco más de 4 años convencidos que entonces te habían robado
la elección. Al golfo de México le cambias su nombre por golfo de América sin decir agua
va. Estás haciendo ancho uso del poder que te confirió el pueblo estadounidense
por la vía electoral. Un triunfo aplastante que te permite gobernar sin
contrapesos, hacer lo que quieras.
En plena Catedral de
Washington, a una obispa, en el sermón del día de tu entronización se le ocurrió
decir que la gente está asustada, que tiene miedo y pedirte, suplicarte,
compasión y misericordia con los inmigrantes, con los gays, con las lesbianas.
Te vi cómo te mantenías impasible, aunque por dentro la molestia te corroía al
ver cómo se estaba politizando un acto religioso.
Pero no te preocupes, el poder real lo tienes tú, ella no tiene poder alguno. todo el poder es tuyo, puedes hacer lo que se te antoje. Es la hora del inicio de la era dorada de los EEUU, de recuperar el sitial que se merece y quienes pretendan disputársela deberán atenerse a las consecuencias. El destino parece querer que recuperes el canal de Panamá que nunca debió ser entregado; Canadá debe ser un estado más de los EEUU porque así tú lo piensas. Mal que mal tu palabra es ley, al igual que Gröenlandia merece ser también parte de EEUU. Tu generosidad es tal que estás dispuesto a pagar unos dólares a Dinamarca para facilitar las cosas. Total, con plata se compran huevos, y algo más.
Algunos pretenden, maliciosamente, compararte con Hitler. Lo hacen basados en tu contundente victoria, como la de Hitler en 1933, pero olvidan que al menos hasta ahora, no has incendiado el Capitolio, claro que no has tenido necesidad de hacerlo, al menos hasta ahora; también lo hacen porque la justicia te ha condenado al igual que en su tiempo condenaron a Hitler llevándolo a la cárcel, tiempo en el que escribió Mein Kampf (Mi lucha). A ti te falta escribir tu libro, pero ya lo harás en su momento. También lo hacen porque quieres que EEUU vuelva a ser grande, tal como Hitler lo quiso con Alemania proclamando (Deutschland über alles). Te cotejan con Hitler porque quieres anexarte nuevos territorios que te permitan moverte con soltura, tal como lo hizo el Führer; porque así como Hitler tuvo a Göebels, tú tienes a Musk. Al igual que hace casi un siglo atrás, el mundo se encuentra a la espectativa, cuando la Alemania de entonces y el EEUU de hoy fortalecen sus aparatos militares e industriales imponiendo sus condiciones a terceros. Por último te comparan porque ambos comulgan en la misma parroquia fascista. No se imaginan qué equivocados están al olvidar que mientras Hitler era la encarnación del diablo, tú no eres más que un santo varón.
Para no abusar de tu
paciencia me permito una sugerencia destinada a subsanar un lapsus: en tu
primer día te faltó firmar una orden ejecutiva que declare al pueblo
estadunidense como el pueblo elegido por Dios. Los demás valemos maní.
Dale un beso a Melania
de mi parte en reemplazo del que no pudiste darle porque el ala del sombrero
era muy ancho,
Rodolfo
It’s the truth.
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