enero 09, 2025

¿En cuál universidad estudiar?

Foto de The Jopwell Collection en Unsplash
En mi última columna vimos las variables a considerar a la hora de elegir una carrera. En esta ocasión divagaremos en torno a las variables que se asume debiésemos tener in mente a la hora de elegir o priorizar las universidades en las cuales queremos, o podríamos estudiar. La diferencia es importante.

Mientras más alto es el puntaje que hemos alcanzado en las pruebas correspondientes, nuestra libertad de elegir a la hora de postular, aumenta; y mientras más bajo sea este puntaje, más se reduce nuestra libertad de elección.

Por lo general se tienden a considerar como las mejores universidades aquellas que tienen más años de acreditación y en el mayor número de áreas (docencia, investigación, vinculación con el medio, posgrado, gestión). Casualmente son aquellas que tienen más historia, más tradición, más años de circo. Allí hay un alma mater consolidado. Es razonable que así sea.

Pero ojo, dentro de cada universidad no todas las áreas del conocimiento están tratadas al más alto nivel, estando unas más desarrolladas que otras, lo que dependerá de la distribución del cuerpo académico y de su calificación. Por tanto, se hace necesario indagar respecto del estado de la carrera que se quiere estudiar en aquellas universidades que la imparten. Quienes son sus profesores, cuál es su experiencia, qué tan conocidos son en su disciplina, su accesibilidad, su trato. Para esto último lo ideal es conversar con los egresados y actuales alumnos. Preguntarles qué tal es la carrera, cómo son sus profes, los laboratorios.

Como en ningún otro país en el mundo, lamentablemente las universidades chilenas publicitan la cartera de carreras en oferta como quien vende un producto de consumo. La decisión de elegir la universidad donde estudiar no es broma, no es una decisión a tomar al voleo, sin pensar mayormente en base a la publicidad: es una decisión crucial.

No pocas universidades se vanaglorian de disponer de un cuerpo docente donde un alto porcentaje de sus profesores tienen el grado de doctor. Ojo, el grado de doctor no hace al buen docente, el grado de doctor se relaciona con el trabajo investigativo, y a la hora de los quiu, los doctores se resisten a hacer clases, privilegiando los proyectos de investigación y publicar papers. En ello se les va la vida porque al final del día se les evalúa por los papers que publican, por los fondos de investigación concursables que obtienen, no por la calidad de las clases que imparten. El ideal es contar con una plantilla de académicos capaces de reunir una alta capacidad investigativa con una alta capacidad de comunicación docente. Lo que no es fácil porque hay doctores y doctores.

Las carreras son para formar profesionales en las distintas disciplinas para que se desempeñan en sus respectivos campos de acción. Por ello es importante que los académicos sean profesionales con experiencia práctica, con trabajo en terreno, que trabajan y hayan trabajado en empresas, no solo en aula o en laboratorio, sino que donde las papas queman. Académicos que hayan innovado en la práctica, no en el papel, emprendedores que hayan triunfado o fracasado, que se hayan caído y levantado. Yo tuve el privilegio de tener como profesores a pesos pesados que trabajaban empresas tanto públicas como privadas en puestos de primera línea que dejaron una huella indeleble en mi formación.

Hoy, vía Google, vía la inteligencia artificial, todos quienes postulan a las universidades deben hacerse un tiempo para hacer todas las consultas, porque en el mundo académico, así como en todos los otros mundos, hay de todo. De otro modo corremos el riesgo de que nos pasen gatos por liebres.

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