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Foto de Joel Barwick en Unsplash |
Esto no debiera
sorprendernos. La realidad política hoy es muy distinta a la de años atrás. Las
fuerzas de gobierno -Frente Amplio (FA), PC, PS y socialdemócratas (PPD y PR)-
deben reconocer que las expectativas generadas en su momento se han visto
defraudadas. La izquierda vive horas bajas, no solo en Chile. No solo la
izquierda. Chile entero, su institucionalidad se encuentra jaqueada por la
corrupción y la inseguridad que el narcotráfico, la desigualdad, la ambición
desmedida y la ausencia de valores traen consigo.
No obstante lo
señalado, viendo el vaso medio lleno en vez de medio vacío, estas elecciones
también nos traen luz, aspectos positivos. Intentaré reseñar algunos de ellos.
Las elecciones se
desarrollaron con plena normalidad, bajo un régimen de voto obligatorio y en
dos días. Las sospechas opositoras de fraude esgrimidas previo al proceso
electoral se las llevó el viento. El comportamiento de la ciudadanía y de las
autoridades responsables fue intachable. En los tiempos que corren, de
desprestigio de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial marcado por
escándalos de diverso orden, la normalidad imperante es algo a destacar.
Ni la soberbia, la
desfatachez, la sinvergüenzura de Marcela Cubillos, lograron su propósito.
Marcela jugó a ganar, en su cancha, imponiendo su candidatura contra viento y
marea. Llegó de Madrid para imponer su candidatura a la alcaldía de Las Condes.
Era sandía calada. Llegó barriendo con quien se le pusiera por delante, sacando
de carrera a quien era la alcaldesa, Daniela Peñaloza. En la derecha nadie se
atrevió a pararle los carros. Quien terminó parándola fue Catalina San Martín, una
mujer independiente de derecha que no estuvo dispuesta a dejarse avasallar, que
dio pelea, y la ganó. El extremismo perdió.
En Maipú, Tomás Vodanovic,
del FA, triunfó abrumadoramente. La ciudadanía le renovó con creces la
confianza a un joven que ha puesto por delante la necesidad de una gestión
transparente y eficiente, capaz de ponerse de acuerdo con quien sea, sin
importar su domicilio político. Un joven que está sacando adelante un municipio
diezmado por la corrupción en que lo sumió Katty Barriga cuyas sus
extravagancias la tienen en las cuerdas. Frente a la tentación, por la votación
alcanzada, de incursionar en la arena presidencial, él ha sido tajante: estos
cuatro años la ciudadanía lo eligió para ser alcalde, no para ser candidato a
la presidencia. Esta honestidad se valora.
Matías Toledo en
Puente Alto rompe 24 años de hegemonía derechista de Renovación Nacional (RN).
Venció por paliza, y sorpresivamente, a Karla Rubilar, en base a un silencioso trabajo
de hormiga en la base territorial, en las organizaciones sociales. Karla, la
afuerina, había sido incorporada al equipo del actual alcalde, Codina, para que
fuera compenetrándose del municipio y de la comuna. No obstante todas las
facilidades y recursos con que contó, fue derrotada sin atenuantes por Matías,
un independiente de izquierda. Con plata no siempre se compran votos.
Son tan solo tres
botones de muestra que nos están dando cuenta de que algo bueno puede estar
pasando.
Así no más es Rodolfo… la ciudadanía dijo no a la violencia, la soberbia y el basureo fácil y autocrático… que sea ha normalizado en la extrema derecha… emulando a otros líderes que intentan imponerse vociferando y atacando , antes de defender ideas y o fundamentos de fondo para las contiendas policiales…!
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