noviembre 15, 2024

Trump: lo que nos espera

Foto de Natilyn Photography en Unsplash

A propósito de la reciente elección de Trump y su encuentro protocolar con el presidente actual de EEUU, Joe Biden, mi señora me expresó su esperanza de que se moderara, de que no sería el ogro con que estaría siendo pintado, que tendería puentes con sus opositores. Le pregunté en qué se basaba para pensar en una eventual moderación. Su respuesta fue sencilla: “En que haya aceptado la invitación de Biden a concurrir a la Casa Blanca, se hayan dado la mano, e inicio al proceso de transición de un gobierno a otro de común acuerdo”.

No dejó de sorprenderme, pero pensándolo bien, percibí que su reacción, o su esperanza, muy probablemente sea la de muchos, particularmente de quienes no están en el día a día de la política, de quienes no se percatan que en las lides políticas hay poco espacio para la “buena onda”.

Le respondí que por mi parte no tenía esperanza alguna, que Trump las tiene todas para aparcar cualquier moderación, que por lo demás no está en su personalidad.

Los hechos, las decisiones adoptadas configuran un cuadro opuesto, un cuadro de radicalización, de aprovechar que tiene en su mano a la cámara de representantes, al Senado, a la corte suprema, dado que en todas estas instituciones cuenta con las mayorías necesarias para hacer lo que se le antoje. Y no desaprovechará esta oportunidad. Lo prueban sus primeras designaciones de autoridades que lo acompañarán en este período.

La experiencia de las defecciones que tuvo en su primer período presidencial le será muy útil para rodearse de quienes sean leales a su persona antes que al partido republicano o a cualquier otra cosa. Recordemos que bajo su gobierno no pocos fueron renunciando disgustados, o siendo defenestrados, por desacuerdos con sus decisiones o con su personalidad.

¿Qué se espera que haga Trump? Lo ha dicho sin arrugarse siquiera. En el ámbito de la política exterior apuntará a salirse de la OTAN, dejar que Taiwán y Ucrania que se las arreglen por su cuenta, y abandonar acuerdos en torno al cambio climático. En materia de política interna, cerrará toda institución pública -agencias, departamentos, etc.- relacionada con temas medioambientales, educacionales y sanitarios, elevará los aranceles a productos importados de terceros países, expulsará a los millones de inmigrantes ilegales que están en EEUU.

No creo que Trump se haya postulado tan solo para tener el fuero presidencial que le permita escapar de los procesos judiciales en que está inmerso. Postuló también para hacer todo lo expuesto en el párrafo anterior. Y como tiene todo el poder en la mano -el ejecutivo, el legislativo y el judicial-no tengo duda que lo hará. O que al menos lo intentará con mucha fuerza desde el primer día. Sus primeras nominaciones ya van en esa dirección.

Mencionaré tan solo tres botones de muestra. Uno, la nominación de Robert Kennedy Jr. para dirigir el Departamento de Salud. Éste no es un personaje cualquiera: es hijo de Bobby Kennedy y sobrino de John Kennedy, ambos asesinados, el primero siendo candidato a la presidencia, y el segundo en el ejercicio de la presidencia.  Robert Kennedy Jr. es un activista antivacunas y promotor de teorías de conspirativas y de desinformación en torno a las vacunas, las que ha vinculado al autismo. En el año 2023 se lanza como candidato a las elecciones presidenciales dentro del partido demócrata para posteriormente, ante la falta de apoyo, presentarse como independiente. Y a mediados de este año abandona la carrera presidencial para apoyar a Trump. Su misión en el Departamento de Salud será devolver la salud al país de acuerdo al movimiento MAHA (“Make America Healthy Again”).

El otro botón es Elon Musk, dueño de X, SpaceX y Tesla, a quien Trump le está confiando el Departamento de Eficiencia del Gobierno. Éste es una suerte de ministerio en el que, en palabras de Trump, deberá aconsejar y guiar para desmantelar la burocracia y acabar con los derroches y las excesivas regulaciones en el ámbito público. Habrá que ver en la práctica esto porque es un clásico de quienes postulan la necesidad de ser austeros practicando recortes en el sector público, pero que a la hora de la verdad terminan sus gobiernos batiendo récords de déficit público como ocurrió bajo la primera presidencia de Trump. Existen serias dudas respecto de cómo funcionará, y cuánto durará este tándem, Trump-Musk, porque se trata de dos multimillonarios con sus egos por las nubes.

El último botón está dado por Marco Rubio, hijo de inmigrantes cubanos, a quien en el año 2016 Trump lo llamaba despectivamente “pequeño Marco”. Gracias a que el tiempo les ha permitido vertebrar fuertes coincidencias en materias de política exterior, ahora lo designó responsable de las relaciones exteriores. Ambos son partidarios de sostener una línea dura frente a China; terminar cuánto antes la guerra en Ucrania; confrontar con los gobiernos de Irán, Venezuela y Cuba; y apoyar a Netanyahu en Israel.

Ya veremos si se da lo que cree y quiere mi señora, o lo que yo creo: que hundirá a EEUU y pondrá al mundo patas arriba.

 

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