noviembre 12, 2024

Los misterios de la democracia

Por paliza, y contra todo pronóstico, Trump es nuevamente presidente de EEUU. Luego de una interrupción de 4 años, ahora no solo con la mayoría del colegio electoral, que es la que manda en las elecciones presidenciales, sino de la mayoría de los ciudadanos, superando por más de 5 millones de votos a Kamala Harris.

Ganó a pesar de haber propiciado el asalto al Capitolio en la elección pasada en rechazo al resultado de las urnas que lo dieron por derrotado. Él y sus partidarios nunca reconocieron la derrota y sin prueba alguna denunciaron fraude. Ganó a pesar de ser acusado y condenado por 34 delitos. Ganó a pesar de todos los insultos proferidos a sus rivales.

Si todo lo anterior es cierto, entonces ¿porqué y para qué ganó? Unos dicen que ganó porque la gente no vota por valores universales, por los DDHH, por la democracia, o el imperio de la ética, ni nada por el estilo, sino que vota por cosas concretas, por el bolsillo, el trabajo, la seguridad, por cómo va en la parada. A los electores no les importaría si el candidato desprecia la democracia, incurre en delitos o faltas a la ética.

Otros dicen que ganó porque los trabajadores se cansaron del progresismo falso y abandonaron al partido demócrata (PD) por cuyas candidaturas solían votar, dado que se sintieron abandonados por el partido. Primero habrían sido los trabajadores blancos, luego los latinos y los negros.

Es la tesis de Bernie Sanders, líder del ala más izquierdista del PD y lo fundamenta en que a lo largo de estas últimas décadas, último medio siglo, la desigualdad entre los estadounidenses se ha agudizado, donde los más ricos se vuelven más y más ricos mientras más y más personas viven pateando piedras, al tres y al cuatro, y donde del nivel de vida del grueso de las nuevas generaciones es inferior al de sus progenitores. Todo esto a pesar de que hemos estado viviendo un período sin guerras mundiales y de persistente “progreso” tecnológico y del aumento de la productividad.

Otros dicen que ganó gracias a su discurso simple, al hueso, sin mayores preámbulos (Make America Great Again): uno, por la vía de la implementación de un muro físico para impedir la llegada de inmigrantes ilegales junto con la expulsión de ellos; y dos, por la vía de la implantación de un muro arancelario que permita reverdecer a una industria estadounidense que ha perdido peso en el concierto mundial.    

Muchos terminaron votando por Trump, como una forma de votar contra la clase política, o la casta como gusta llamarla a Milei, contra las élites dominantes, como si Trump no perteneciera a ellas.  La mayoría terminó por olvidar, u obviar, las barbaridades de Trump, sus condenas, sus comportamientos, sus abusos, los cuales terminó revirtiendo a su favor. En lugar de hundirlo, lo elevaron a la primera magistratura de un país que sigue teniendo el sartén por el mango a nivel mundial. Tambien dicen que ganó porque mal que mal, con plata se compran huevos. sobre todo en EEUU, aunque no solo allí.

Parece mentira, pero es verdad. Con la votación alcanzada, las mayorías obtenidas en el Senado y la Cámara de Representantes, y la que ya tiene en la Corte Suprema, Trump podrá hacer lo que le da la gana  sin tener que pedirle permiso a nadie.

 

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