Tanto Trump como
Jadue están viviendo tiempos complejos por estar atravesando procesos
judiciales que buscan declararlos culpables de las severas acusaciones que les
afectan.
A Trump se le acusa
de falsificación de registros comerciales y de sobornar a una estrella de películas
para adultos para evitar que se conociera la relación que tuvo con ella poco
antes de las elecciones presidenciales de 2016. Cabe recordar que dichas
elecciones las ganó en virtud del peculiar sistema electoral estadounidense no
obstante que su oponente, Hillary Clinton, obtuvo mayor cantidad de votos.
Recientemente, el sistema de justicia imperante en EEUU, lo declaró culpable de
34 cargos que se le formularon.
A Jadue se les acusa de cohecho, fraude al fisco, estafa y administración desleal, cargos vinculados con la compra y venta de insumos durante la pandemia de Covid-19 por parte de la Achifarp (Asociación Chilena de Farmacia Populares). Importa recordar que Jadue fue quien ideó e impulsó la creación de las farmacias populares cuando se descubrió la existencia de colusión entre las cadenas farmacéuticas existentes en el país. A diferencia de Trump, a este minuto Jadue es inocente.
Mientras el proceso a
Jadue se encuentra recién en sus inicios, dado que aún no se le declara
culpable de nada, y ni siquiera se encuentra formalizado, el proceso a Trump se
encuentra en una fase más avanzada desde el momento que se le ha declarado
culpable. Sin perjuicio de lo expuesto quedan fases pendientes, tales como la
de apelación al fallo.
En el caso de Trump,
si la intención de las acusaciones es impedir una nueva postulación
presidencial, difícilmente se logre porque quedan aún fases por seguir y los
tiempos apremian. En concreto, lo más probable es que Trump alcance a estar en
la papeleta electoral. Y tal como están las cosas, con un oponente como Biden,
lo más probable, tal como están las cosas, es que Trump gane las elecciones.
En el caso de Jadue, actual alcalde de Recoleta, e impedido de repostularse como tal porque ya lleva dos períodos como tal, el proceso puede afectar una candidatura presidencial a la que se supone que aspira, considerando que ya tuvo un primer intento en las elecciones presidenciales últimas.
Por lo mismo, llama la atención que se haya resuelto detener preventivamente a Jadue, pero no a Katty Barriga y Virginia Reginatto, sobre quienes pesan acusaciones de similar o mayor calado. Para qué hablar del abogado Luis Hermosilla, quien continúa libre como un pájaro. Imposible evitar pensar que algo huele a podrido y que tienen santos en la corte.
No es difícil aventurar
que ambas acusaciones, a Trump y Jadue, tienen alcances políticos imprevisibles, las que van
desde la inhabilitación legal para postular y/u ocupar cargos públicos de
representación popular, hasta para catapultarlos políticamente con un efecto
bumerang.
Muchos lectores se
preguntarán porqué estoy metiendo en un mismo saco a Trump y Jadue en
circunstancias que las acusaciones son de muy distinto tenor y que ambos se
encuentran en las antípodas del pensamiento político, social, económico y
cultural.
La razón es muy
simple: Trump y Jadue, al igual que sus adherentes, sostienen una postura en común:
ven los procesos a los que están siendo sometidos, con una clara
intencionalidad: la de inhabilitarlos políticamente. Se ven a sí mismos como
víctimas de un sistema judicial acosado por poderes fácticos que intentan por
todos los medios impedir que se cumpla la voluntad popular.
Lo que me llama la
atención es justamente que, no obstante que Trump y Jadue representan visiones políticas
absolutamente contrapuestas, sean capaces de sostener lo mismo: que se les esté
persiguiendo políticamente para sacarlos de carrera.
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