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Está de moda afirmar que el actual modelo económico imperante en Chile debe ser mantenido y reafirmado, si es que se desea un desarrollo sostenido, continuado y estable en nuestra economía. Incluso personeros de la oposición no resisten la tentación de considerarlo atractivo, al cual solo cabría realizarle algunos ajustes marginales. Este modelo cuyos adalides quieren llamar economía social de mercado (ESM), suele ser denominado de mercado a secas por los opositores en virtud de que de social nada tendría. Incluso algunos dudan que sea de mercado siquiera. Habiéndosenos empapado de eufemismos durante más de 15 años, uno de los que más ha penetrado en nuestros esquemas mentales es justamente este: el de hacernos pasar una dictadura económica por ESM. Otros eufemismos han ido quedando en el desván de los recuerdos -léase el de “pronunciamiento” en vez de golpe; “gobierno autoritario” en vez de dictadura; “racionalizaciones”, “reestructuraciones” en vez de despidos o cierres.
Lo que intentaré en
estas líneas es bosquejar los motivos que me inducen a sostener que esta no es
una ESM, sino que una dictadura económica con rasgos, apariencias de ESM.
Primeramente,
precisemos y pongámonos de acuerdo respecto de qué entendemos por una ESM. Lo haremos
a través de las características esenciales que debiera tener a la luz de los
conceptos que ella incluye, de las experiencias y del devenir mundiales.
Los conceptos que la
ESM sostiene son: economía, que tiene relación con la disponibilidad
-abundancia/escasez- de recursos, su generación, distribución y consumo;
social, que concentra la atención en la distribución de los recursos entre los
distintos componentes de la sociedad; mercado, que sería aquella abstracción
representativa de la confluencia de la oferta y demanda de recursos que definen
sus precios.
Tras estos conceptos
existe un conjunto de supuestos implícitos, tales como la concurrencia de
múlti0les productores y consumidores, de tal forma que ninguno de ellos,
individualmente, esté en condiciones de imponer el precio de ningún bien en
particular; la libre movilidad de los factores, en particular los recursos de
capital y los humanos; la transparencia en la información, esto es, que todos
tengamos acceso equitativo a la información existente requerida para la toma de
decisiones.
El rol que suele
asignar la ESM al Estado puede ser tanto subsidiario, orientador, como
planificador. Incluso cada uno de estos roles puede ser asumido en distintos
matices, desde el directo al indirecto, del pasivo al activo.
Es justamente esta
diversidad de roles que puede jugar el Estado, como las distintas realidades
educativas, sanitarias, previsionales, poblacionales, distribución del ingreso
y de la propiedad, las que posibilitan que bajo el nombre de ESM quepa tanto
una economía capitalista (EC) como una economía socialista (ES). ¿Por qué
entonces, moros y cristianos, hablan de ESM? Simplemente porque hoy “vende más”.
De hecho, las ES, vía
“perestroika” y “glasnost” están incorporando al mercado como un asignador nada
despreciable de recursos/precios para muchos de sus bienes. Las que no lo hacen
están dando la espalda a la realidad, quizás por orgullo, quizás por tozudez,
pero más temprano que tarde se cabecearán.
Por otro lado, las
EC, muy a pesar de ellas mismas, no han podido reducir el tamaño de sus
aparatos estatales. Todo lo que reducen de su rol natural, cual es el de
reducir, atenuar, corregir la desigual distribución/dotación de recursos
-cualesquiera que éstos sean-, no es para otra cosa que, para incrementar su
rol militarista, coercitivo. Con los avances tecnológicos, al rol natural del
Estado habría que agregarle el de cautelar y resguardar el uso de los recursos
de forma tal que se preserven en cantidad y calidad para generaciones futuras y
no se destruya el extraordinario equilibrio que nos ofrece la naturaleza. Un adecuado
manejo de los recursos debe ser capaz de evitar talas indiscriminadas de
bosques; de pescas y cazas que sobrepasen la capacidad de reproducción de las
especies; etc.
Relacionando entre sí
los términos EC, ES y ESM, dejando de lado definiciones peyorativas, podemos definir
una EC como una ESM que pone énfasis en el mercado como asignador de recursos,
y que eleva a un primer rango de importancia el derecho a la propiedad. Por su
parte, la ES sería una ESM con el acento puesto en la distribución del ingreso,
limitando al mercado como asignador de recursos/precios a aquellos bienes donde
se cumplan los supuestos implícitos ya mencionados -pluralidad de oferentes y
demandantes, disponibilidad de información, movilidad de factores, etc.-
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