En una de mis últimas columnas (Mirándose el ombligo), objeto las actuaciones de los politicos enfrascados en los dimes y diretes a propósito de la elección de la mesa de la Cámara de Diputados. En esta oportunidad el escándalo fue porque quien postulaba a la presidencia era una militante del partido comunista, Carol Cariola.
Ya en años anteriores esta candidatura se había caído por no
contar con los votos necesarios. Ser comunista es un problema, al menos en
Chile porque el anticomunismo tiene un fuerte arraigo. Motivos no faltan para
ello, aunque resulta dificil sostener que los problemas de Chile se deben a los
comunistas. Lo concreto es que en esta ocasión, para que Cariola fuese elegida,
tuvieron que buscar votos hasta debajo de las piedras, incluso dentro de la
oposición. Y lo encontraron en el siempre imprevisible Gaspar Rivas, a quien más de
una vez se le ha arrancado la moto. Para obtener su voto, cerrando los ojos, el
oficialismo le ofreció la vicepresidencia, la que aceptó encantado.
Es así como me ha llegado la siguiente consulta ¿qué opinas
del vicepresidente de la cámara Gaspar Rivas? Pregunta que complementa
identificándolo como “el mejor y más puro representante de la actual política
desvergonzada y sin ética. A un
personaje con demostrados problemas de desequilibrio mental, autodenominado
sheriff del congreso y “el Bukele chileno””. No recuerdo que se me haya
formulado idéntica pregunta en elecciones anteriores por la presidencia de la
Cámara. Creo que la pregunta nace porque ahora votó por una comunista, porque
fue un voto decisivo. Si otro(a) fuese elegida, no comunista, probablemente la
pregunta no habría sido formulada. O porque su voto inclinó la balanza.
Quiero puntualizar que mi columna no trataba de Gaspar
Rivas, sino del desvarío asociado a las reacciones de
los distintos sectores en torno a un tema -la elección de la mesa- que no está
dentro de las preocupaciones ciudadanas y en que todo el jaleo se armó en razón
a que la elegida fuese comunista.
Después de la pregunta, mi interlocutor afirma que “el
gobierno, a través de otro tránsfuga como Elizalde le ofrece la vicepresidencia
a cambio de su voto para lograr posicionar al PC en la Presidencia (la Cariola)”.
Por último, sostiene que “es patético todo, una vez más el PC hace carne su
eterno lema: “el fin justifica los medios”.
Y remata ¿No vale bien todo esto para una de tus columnas?”.
Por cierto, esta es la razón de esta columna. La anterior solo intentaba llamar
la atención respecto de que veo un desencuentro, una brecha del porte de un
buque, entre la clase política que tenemos y la sociedad entera, y que veo a ambos, sí, a ambos, perdidos:
tanto a la clase política como a la sociedad entera con la brújula perdida, sin
saber qué hacer. Y la elección de la mesa de la cámara de diputados no es sino
un reflejo de ello, de la preeminencia de la economía sobre la política, donde
los políticos han pasado a ser los titiriteros de los empresarios. Esto ha sido
siempre así en el mundo de las derecha, no así en el mundo de la izquierda. La
novedad es que en este último mundo no pocos también estén pasando a serlo.
Mi interlocutor rasga vestiduras insistiendo que “ahora se
pasó un límite de desvergüenza que no recuerdo haber visto antes. Gaspar Rivas,
supera con creces a seres viles y torvos como Pamela Jiles y Gonzalo de la
Carrera. Va más allá de derecha e izquierda, este ser no tiene dios ni patria,
es un tipo desequilibrado y eso se aprecia al leer sus Tweets”. Son todos
personajes elegidos por nosotros, al igual que Florcita Motuda, que quienes
filtran contenidos de sesiones secretas, que quienes amasan fortunas en los
municipios con horas extras fraudulentas o convenios truchos. También son
personajes no elegidos, pero que se creen con derecho a todo, como todos los
que han pasado por las comandancias en jefe del Ejército después del
innombrable, y para qué hablar de carabineros y la PDI, y de empresarios.
No soy comunista, ni cercano siquiera a ellos. Si viviera en
un país comunista, lo más probable es que sería anticomunista, si es que
pudiera serlo. Así como valoro la justicia, también valoro la libertad. Pero en
Chile, siento que los problemas que tenemos no son por los comunistas, no son
generados por ellos, sino por otros que no son precisamente comunistas, sino
todo lo contrario. Por eso mi foco no está puesto en los comunistas, sino en
las élites que tienen el poder para trapear con nosotros y hacer lo que quieren
en desmedro de quienes tienen que andar por la vida pateando piedras.
En este contexto, lo de Gaspar Rivas es un pelo de la cola.
Saludos!
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