Foto de Raghuvansh Luthra en Unsplash |
Los casos de cegueras políticas son innumerables, no solo en Chile, sino que en todo el mundo. En general, lo más fácil es esconder los problemas bajo la alfombra. Desgraciadamente en el ámbito político están primando las visiones cortoplacistas. Pan para hoy, hambre para mañana. Cuesta levantar la mirada y nos enredamos en el área chica.
En Chile hubo una explosión social
en el 2019 que se sorteó por la vía de un acuerdo para una nueva constitución.
Después de 4 años seguimos parados donde mismo luego de dos intentos fallidos
de tener una nueva constitución. Ya no hay ánimo para otro intento. ¿qué motivó
la explosión social? ¿la existencia de un conjunto de pájaros locos que
arrastró a toda la población a mirar impávidos como estos pájaros incendiaban
el país? o ¿la expresión de un malestar social por estar insertos en una
sociedad donde la justicia brilla por su ausencia? Mientras unos ponen el
acento en la necesidad de mayor represión para que estos pájaros locos no crean
que las tienen todas consigo, otros ponen el acento en la necesidad de repensar
la sociedad en que estamos viviendo para tener más educación, más salud,
mejores pensiones, etc.
Al final creímos que la solución
era cambiar la constitución. Pero a la hora de los quiu, cada uno quiso
llevarse la constitución para su casa, y acá estamos, con la misma constitución
de siempre y los mismos problemas de siempre.
Todo apuntaría entonces a que
nuestros problemas no tienen su origen en la constitución, a que no hemos ido a
la raíz de los acuciantes problemas que nos aquejan. Perdonen toda esta
perorata, pero es lo que se me ha venido a la mente cuando veo cómo en el parlamento
se enfrascan en discusiones bizantinas en torno a la conformación de las mesas de
la cámara de diputados y del senado. Las fuerzas en pugna pareciera que
vivieran en el limbo, en un país del nunca jamás donde los acuerdos se pisotean
sin asco a vista y paciencia de todo el mundo. En el senado la oposición le
dobló la mano al oficialismo, y en la cámara ocurrió lo contrario.
En este último caso todo el drama
fue porque postulaba una diputada comunista. Ya se había frustrado su arribo en
años anteriores. Ahora no alcanzó a frustrarse, pero la llegada fue al costo de
meter en la mesa a un diputado, Gaspar Rivas, el sheriff, que nadie sabe para
quien trabaja. Como fue quien posibilitó la configuración de la actual mesa,
ahora los dardos se dirigen a él. No es para menos, puesto que la oposición
quedó con los crespos hechos. Y como si los diputados no tuvieran que hacer, no
encuentran nada mejor que censurar la nueva mesa recién constituida.
Todo no es mas que resultado del
mundo en que estamos viviendo, la de la política de pasando y pasando, regla de
oro de un neoliberalismo que tiene tanto a la derecha, como a la izquierda,
bailando a su ritmo. Un neoliberalismo, cuyo dios es el dinero, que tiene a los
políticos enceguecidos y a la democracia viviendo sus peores horas.
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