junio 01, 2023

Muerte y resurrección del centro político

Foto de Rodrigo Kugnharski en Unsplash

Las últimas elecciones están dando cuenta de una polarización que está alterando el panorama político. Así se dio en la última elección presidencial, donde los candidatos más representativos del centro político, ya sea con sesgo de izquierda como de derecha, quedaron fuera de carrera en la primera vuelta. Así ocurrió en la elección de convencionales para el proceso constitucional versión 1.0 que terminó naufragando con el abrumador rechazo a la constitución propuesta en reemplazo de la constitución del 80.

Así también acaba de darse en la última elección de consejeros constitucionales donde la escena ha estado dominada por los republicanos, representantes de la derecha dura, partidaria de la mantención de la constitución vigente. El centro político parece estar prácticamente ausente en el nuevo consejo constitucional que parte el 7 de junio.

Históricamente Chile ha sido un país caracterizado por un poderoso centro político. En la primera mitad del siglo pasado este centro estuvo simbolizado por un partido radical bajo el cual se inició un incipiente desarrollo industrial basado en la sustitución de importaciones con un estado activo, emprendedor.

Bajo los gobiernos encabezados por presidentes del partido radical, para disponer de las mayorías necesarias en el parlamento, no sin interrupciones o accidentes, se relacionó más con la izquierda que con la derecha. El caso más emblemático es el del gobierno de Pedro Aguirre Cerda cuya impronta está dada por su lema “gobernar es educar”, revelador de la necesidad de elevar el nivel educacional del país.

A mediados del siglo XX el centro político pierde terreno, particularmente bajo el gobierno de Jorge Alessandri, donde la derecha, acompañada por el partido radical, vuelve por sus fueros de la mano de los grandes grupos empresariales y medios de comunicación a través de un ajustadísimo triunfo sobre Salvador Allende.

Fue tan solo un paréntesis, porque posteriormente, en la década de los 60, la derecha, asustada ante la eventualidad de un triunfo de Allende, abandonó a su candidato Julio Durán, que provenía de las filas del radicalismo, para respaldar a Eduardo Frei Montalva. Éste, bajo el lema de la “revolución en libertad” y representando al centro político y de la mano de la democracia cristiana, impulsa el desarrollo social mediante la implementación de las juntas de vecinos, los centros de madres, la promoción popular y la sindicalización campesina, entre otras acciones.

A lo largo de todas estas décadas, la derecha, en mayor o menor medida, aún sin estar a la cabeza del gobierno, había logrado retener las riendas del poder, las que perdería en 1970 con el arribo de Allende y la Unidad Popular a la presidencia. El centro político, representado mayoritariamente por las capas medias, se ve zarandeado en medio de una creciente polarización azuzada por los extremos de lado y lado. La derecha, junto con la desembozada intervención del imperio, y la complicidad de importantes sectores del centro político, recupera, vía una dictadura que no tuvo empacho en fijarse como objetivo exterminar a la izquierda, en especial a la marxista, para hacer de Chile una gran nación. Después de 17 años no logró ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario, sumergirnos en el período más oscuro de nuestra historia en materia de atropello a los DDHH.

Con el plebiscito de 1988, y el retorno a la democracia, el centro político, ahora en compañía de la izquierda recupera el gobierno abriendo paso a décadas de desarrollo sin precedentes en la historia del país, pero que desde hace ya unos años muestra signos de agotamiento. De ello da cuenta la polarización que reaparece una vez más con grave perjuicio para el centro político y del país.

Curiosamente, el centro político pareciera estar resucitando de la mano de quienes conformaron el comité de expertos designados por el parlamento –senado y cámara de diputados- y que elaboraron el anteproyecto de constitución que servirá de base a los consejeros constitucionales recientemente electos. Así se desprendería de la propuesta de constitución minimalista que reúne todo aquello en lo que los más diversos sectores estuvieron de acuerdo. Y esto último es de la esencia del centro político.

Queda en el tintero la definición de qué entendemos conceptualmente por centro político. Para unos son quienes no están ni ahí, o quienes están donde calienta el sol, o quienes no tienen posición, o quienes no se definen, o quienes representan el sentido común, o quienes buscan incesantemente puntos de acuerdo. Pero, bueno, esto ya es tema para otra columna. 

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