Importa
consignar que cualquiera sea el resultado final, el proceso constituyente no
concluirá, seguirá abierto, iniciándose una nueva etapa cuyo tenor vendrá dado
por 3 factores: uno, cuál sea la opción ganadora; dos, por la magnitud de la
diferencia entre las opciones en juego; y tres, por el comportamiento de la
población y su clase dirigencial de todo orden, particularmente los líderes
políticos, sociales y empresariales.
El
plebiscito de salida ha tenido lugar luego de una intensa campaña a favor y en
contra de la propuesta elevada por una convención constituyente elegida
democráticamente. Campaña efectuada en un contexto extremadamente complejo
marcado por golpes bajos, noticias falsas, fuerte incidencia de las redes
sociales, el desnivel de recursos disponibles por parte de una y otra opción, una
economía nacional y mundial en declive. A ello cabe agregar la asunción de un
nuevo gobierno hace menos de 6 meses encabezado por el presidente más joven que
ha tenido el país en toda su historia, y sin disponer de las mayorías en el
parlamento. Mayorías imprescindibles para realizar las profundas
transformaciones comprometidas.
Cualquiera
sea el resultado final, la pelota será traspasada al parlamento en funciones,
ya sea para ver cómo y qué cambiar de la constitución del 80 o de la propuesta
constitucional, lo que dependerá de cuál sea la opción triunfante: rechazo o
apruebo. Lo que la campaña ha puesto de manifiesto es que las posturas extremas
están condenadas al fracaso: tanto por parte de quienes quieran mantener la
constitución del 80 tal cual, sin moverse ni un ápice de él, como por parte de
quienes se empecinen en implementar la nueva constitución tal cual está.
En
consecuencia, se iniciará una fase de negociaciones, y la fuerza con que se
acceda a ella por parte de los distintos actores, estará determinada por cuál
sea la opción que gane y por la diferencia con que se ganó/perdió. Lo que viene
será muy distinto si se trabaja a partir de la constitución actual o a partir
de la nueva constitución. Uno pasa a ser el dueño de casa y el otro la visita.
Y también será muy distinta la fuerza con que las partes se sientan a conversar
si el triunfo ha sido holgado o estrecho. En el cuadro que sigue se ilustran
los escenarios que se abren, todos caracterizados por la negociación, la
conversación.
Gana/Resultado |
Estrecho (menos de
10 puntos) |
Holgado (más de
10 puntos) |
Apruebo |
E1: Se negocia
mucho con el apruebo en posición dominante |
E3: Se
negocia poco con el apruebo en posición dominante |
Rechazo |
E2: Se
negocia mucho con el rechazo en posición dominante |
E4: Se
negocia poco con el rechazo en posición dominante |
Continúo
estas líneas, conociendo la tendencia de los resultados, los cuales revelan un
abrumador triunfo de la opción rechazo, lo que nos ubica en el escenario E4 de
la tabla, con la dirigencia del rechazo en posición claramente dominante y con
poca capacidad de negociación de quienes respaldaron el apruebo.
Es
interesante consignar que para el plebiscito de entrada la opción de una nueva
constitución logró casi un 80%, porcentaje que en este plebiscito de salida se
redujo estrepitosamente a una cifra, al momento de escribir esta columna, que
bordea el 40%. La pregunta que la dirigencia del apruebo debe hacerse es ¿qué
se hizo mal para reducir a la mitad el porcentaje alcanzado en el plebiscito de
entrada? Hubo un vuelco tal que obliga a una introspección, a asumir con
humildad el veredicto popular.
Ahora, la
responsabilidad se traslada al interior de los partidarios del rechazo donde
conviven quienes quieren mantener la constitución del 80 tal cual está, quienes
quieren cambios cosméticos, y quienes reconocen la necesidad de cambios
profundos acorde a los tiempos que vivimos.
En este
marco, serán claves el comportamiento, la conducta que adopten los distintos
actores implicados, tanto a nivel de base poblacional y laboral, como a nivel
de la dirigencia política, sindical, social y empresarial. Poner paños fríos a
las cabezas calientes deberá ser la orden del día para abrir espacio a la
sensatez, al sentido común, a la cordura, mirándonos a los ojos, dejando atrás
un clima de odiosidad inconducente. Se deberá pasar a un clima de acuerdos de
cara a la gente, sin cartas escondidas abriendo espacio a la confianza para
dejar atrás desconfianzas. Este es el gran desafío, la gran responsabilidad que
tendrán los políticos y el gobierno encabezado por Gabriel Boric.
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