septiembre 07, 2022

Fuimos por lana y salimos trasquilados

Foto de Kayle Kaupanger en Unsplash

Como consecuencia de la contundente derrota de la opción a la que adhería el gobierno en el plebiscito de salida, no obstante que los análisis abundan, no por ello me abstendré del mío. Acá va.

Sin duda que la derrota cuesta asimilarla y comprenderla en toda su magnitud. Lo más fácil es achacarla a factores externos, que si bien existieron, no los considero determinantes para un resultado que no se esperaba, al menos de la magnitud que alcanzó. Nadie, ni siquiera en la oposición se atrevió a vaticinar una diferencia por sobre 20 puntos (68% versus 32%).

La oposición se encargó de distribuir noticias falsas a través de las redes sociales de manera descarada sembrando a diestra y siniestra dudas, inquietudes, temores, miedos. Los medios de comunicación convencionales también contribuyeron, al igual que la difícil situación económica que está viviendo la gran mayoría de los hogares. A ello agréguese la disparidad de recursos financieros disponibles por parte de una y otra opción fue enorme.

Nadie duda de lo señalado, pero no es nada nuevo. Esta realidad también se dio en la campaña para el plebiscito de entrada y para la presidencia, tanto en la primera y segunda vuelta. Y sin embargo, casi el 80% quiso una nueva constitución y Boric logró acceder a la presidencia en forma holgada. Sin embargo ahora no fuimos capaces de repetir los triunfos anteriores, y por el contrario, perdimos por paliza, farreándonos una oportunidad histórica.

¿Qué pasó? Sin perjuicio de factores que incidieron, pero siempre estarán presentes cuando quieres realizar transformaciones profundas, tengo el convencimiento de que acá fueron factores internos, errores nuestros, que están bajo nuestra responsabilidad los que hicieron posible este traspié. Intentaré bosquejarlos someramente.

El proceso constituyente llevado a cabo por los convencionales estuvo plagado de incidentes desafortunados, por decir lo menos. Como era de esperarse, estos incidentes fueron multiplicados adinfinitum por las redes sociales y los medios de comunicación tradicionales. También hizo lo suyo el predominio de convencionales “independientes” provenientes de movimientos sociales por sobre los convencionales “políticos”, cuya mirada tiende a ser más amplia, larga y dúctil que la de los primeros.  

El resultado de la convención, la “nueva constitución” en vez de entregar estabilidad y certidumbre, en la práctica incorporó inestabilidad e incertidumbre al abrir espacio a las más diversas interpretaciones, dando alas a los más variados temores en sectores moderados que terminaron siendo capturados por los opositores. Todo esto, por cierto, multiplicado al por mayor por todas las vías imaginables.

El concepto de plurinacionalidad y de las autonomías indígenas fue muy mal entendido, y por lo mismo, mal explicado, mal comunicado. No pocos se compraron el cuento de que el país se dividiría en tantas partes como regiones o grupos indígenas existen. Y si fue bien transmitido, significa simplemente que el país no está preparado, no está en condiciones de asumir la plurinacionalidad.

Fuimos por todo, pero el resultado no cuajó. La mayoría encontró en la nueva constitución al menos algo que objetar y que lo motivaba a rechazar. Perdimos a los moderados, olvidándonos que son claves. Olvidamos que en el plebiscito de entrada se ganó por casi el 80% gracias a que hasta sectores de derecha votaron por una nueva constitución porque entendían que la del 80 ya no daba para más. Olvidamos que el triunfo de Boric se produjo gracias a que al frente había un candidato de ultraderecha y que para la segunda vuelta moderó su programa y logró atraer para sí a todo un mundo que tiende a ser presa fácil de la derecha. Nos olvidamos de lo que en su momento sostuvo Boric en su primer discurso presidencial: vamos lento porque vamos lejos.

Hay otros factores internos, pero con éstos bastan. Fuimos por lana y salimos trasquilados. Se jugó al todo o nada, y se perdió. Así de simple. En democracia esto es sin llorar. Solo nos queda lamer nuestras heridas, aprender de los errores, corregirlos y levantar cabeza.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario