abril 15, 2022

Genocidio en Ucrania

Foto de Sebastiano Buratto en Unsplash

Sin duda que hay genocidio. No sé cuál es la definición, pero presumo que se acerca a lo que entiendo por tal: un asesinato en el que hay un victimario, en este caso Putin, el ejército y el gobierno ruso, y una víctima, en este caso todo un pueblo. Es genocidio y no asesinato porque está involucrado todo un pueblo indefenso mas allá de si es un porcentaje bajo o alto de la población de Ucrania. La destrucción que a diario estamos viendo en vivo y en directo, y que a la fecha 5 millones de ucranianos hayan huido de la guerra con una mano adelante y otra atrás es ilustrativo de lo que está ocurriendo. No hay justificación alguna y debieran avergonzarse quienes pretenden hacerlo amparándose en lo que otros países hayan hecho en el pasado remoto o reciente.

Para la 1ra y 2da Guerra mundial no existía la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la que se creó después de la última guerra mundial como una suerte de cortafuegos para que desde la órbita soviética no se tentaran por incursionar en Europa Occidental. A su vez, desde Europa Oriental se crea el Pacto de Varsovia en oposición a la OTAN, como mecanismo de defensa. Tanto la OTAN como el Pacto de Varsovia se crearon como resultado de la distribución del poder mundial al término de la 2da guerra mundial. Ambos eran pactos militares en defensa de la repartición del poder en Europa Occidental y Europa Oriental. Eran tiempos de guerra fría.

A fines de la década de los 80 como consecuencia de la perestroika y la glasnost en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), ésta se desintegra sin que nadie disparara un solo tiro. La división de Alemania y el muro de Berlin, representaron la distribución del poder entre las potencias hegemónicas de esos tiempos –USA y URSS-. A la desintegración de la URSS se suma la caída del muro de Berlin, la reunificación alemana y la derrota de los regímenes comunistas en los países que habían estado bajo el amparo del pacto de Varsovia. Este pacto desaparece, no así la OTAN, la que se expande a aquellos países que adhieren a la Unión Europea (UE).

Exasperada por la expansión de la UE y herida en su orgullo, en su amor propio, procurando reverdecer laureles de tiempos imperiales, Rusia se juega su último cartucho: su potencial nuclear para invadir y amenazar a diestra y siniestra. Es así como ahora nos encontramos con la paradoja de que a pesar de que la OTAN fue creada para prevenir una 3ra guerra mundial, pareciera que ella se nos viene encima, ahora generada por Rusia, aparentemente para frenar la expansión de la OTAN. 

Curiosamente, Putin está logrando el efecto contrario, porque Finlandia y Suecia, que no estaban en la OTAN, y tampoco en la UE, ahora apresuradamente desean estar bajo el alero de la OTAN por temor a un ataque ruso. Y Putin no encuentra nada mejor que reaccionar amenazando con ocupar armas nucleares si lo hacen. 

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