Gran parte de la clase política está empecinada en que saquemos nuestros fondos de las AFP. Unos, para que las familias en situación crítica puedan salir del paso recurriendo a sus fondos previsionales. Otros, para hacer zumbar las AFP en razón de su oposición al sistema que encarnan. Unos van por el quinto retiro del 10%, en tanto que otros van a por todas, esto es, el 100%.
Quienes promueven esto se ubican en todo el espectro político
dado que sus promotores, sin vergüenza alguna, se encuentran tanto a la
izquierda como a la derecha. En lugar de centrarnos en conversar y discutir para
llegar a un acuerdo en torno al sistema previsional que queremos tener, lo que
se nos ofrece es pan para hoy, y hambre para mañana.
Para el mundo político pareciera ser más fácil legislar para
autorizar a que metamos mano en nuestros bolsillos para obtener recursos
destinados a nuestra vejez, que legislar para construir un sistema previsional
capaz de conciliar los intereses individuales con los colectivos. Esta es la
tragedia que nos embarga.
Es hora de ponernos serios: no podemos pedirle peras al olmo.
Mientras los sueldos sean bajos, es imposible pensar en que las pensiones no lo
sean. Cualquiera sea el sistema previsional que nos rija, bajo la lógica
dominante que sostiene que las pensiones se calculan en base a los bajos ingresos
recibidos a lo largo de nuestra vida, será imposible hacer el milagro de que como
jubilados no tengamos pensiones bajas.
El sistema de reparto que no pocos añoran, al menos tal como se
conoció, en la actualidad es insostenible dado que la pirámide se ha invertido
en los últimos 50 años como resultado del proceso de envejecimiento poblacional
que ha elevado la cantidad de personas en edad de jubilar, de la reducción de
la tasa de natalidad y del proceso de automatización que han experimentado las
empresas. Menos trabajadores tendrían que estar financiando a más pensionistas.
Necesitamos buscar un sistema previsional que considere los
antecedentes expuestos sin perder el foco: pensiones decentes requieren de
sueldos decentes. Lo primero es lo primero. Y para tener sueldos decentes es
imprescindible equilibrar la relación entre el factor capital y el factor
trabajo. Este desequilibrio se expresa en el bajo peso que tienen las
organizaciones sindicales en relación a las organizaciones gremiales
empresariales, y una de sus consecuencias es que las cotizaciones previsionales
descansan en los propios trabajadores sin que el dueño del capital haga aporte
alguno. Y el extremo individualismo que se vive en el país se expresa en la
baja contribución estatal, lo que se ha ido modificando primero con el llamado pilar
solidario y últimamente con la pensión universal garantizada.
Sin embargo queda mucho por recorrer, a abrirnos a pensar “fuera
de la caja”, incluyendo la posibilidad de desacoplar las pensiones respecto de
los ingresos percibidos en nuestra vida laboral. Pero lo que no podemos seguir
haciendo es esconder el problema bajo la alfombra, que es lo que se ha estado
haciendo con los sucesivos retiros de los fondos desde las AFP.
Las AFP han hecho su aporte al desprestigio que les aqueja. Uno
de ellos es el énfasis puesto en su publicidad de que los fondos son de cada
uno de los cotizantes para asegurar su futuro. La pregunta que se hace el grueso
de quienes cotizan es ¿cuál futuro? Y por otro lado, al insistir en que los
fondos son nuestros ¿por qué no podríamos recurrir a ellos en casos de
emergencia?
Por otra parte, las propias AFP sembraron expectativas que
resultaron ser falsas cuando en sus inicios informaron que jubilaríamos con el
100% de nuestros ingresos. Y que hayan sido creadas en tiempos del innombrable
tampoco ayuda a prestigiarlas, y menos aún al ver que los miembros de las FFAA y
de Carabineros continúan bajo un sistema de reparto.
Impresiona como los intereses de corto plaso de los políticos los hacen incapaces de proponer soluciones de largo plazo para los ciudadanos.
ResponderBorrar