Foto por Phil Scroggs en Unsplash |
Las dos primeras mayorías, las que estarán en la papeleta del 19 de diciembre próximo (Kast y Boric), obtuvieron poco más del 50% del total de votos emitidos, donde tan solo hubo una diferencia a favor del primero de 2 puntos porcentuales.
Kast puso todas sus fichas a la necesidad de imponer el orden
a cualquier costo para resolver los problemas de seguridad que aquejan a la
población. Boric, en cambio, las puso en la necesidad de realizar profundas
transformaciones para resolver la brecha de desigualdad imperante.
Fuera de carrera quedaron los otros cinco candidatos. Quien
quedó en la tercera posición, Parisi, es el caso más enigmático. Su discurso
antipolítico y antiinmigratorio caló
hondo, particularmente en el norte del país. Le siguen, ocupando la cuarta y quinta
posición, los dos candidatos de las coaliciones que han gobernado el país desde
1990 cuando se inició la transición. Primera vez que quedan fuera de carrera,
todo un símbolo del término de una etapa. Tanto Sichel como Provoste se
presentaron con el foco puesto en la necesidad de realizar cambios en orden.
Sichel desde una perspectiva más de derecha privilegiando el orden, en tanto
que Provoste poniendo el acento en los cambios, pero sin descuidar el orden.
En consecuencia, para la segunda vuelta tendríamos una suerte
de choque de trenes, quedando fuera quienes quieren cambios con orden. La gran paradoja
reside en que la segunda vuelta lo más probable que será decidida por quienes
quieren transformaciones en orden, con gradualidad. Esto es, por los votantes
de los candidatos que ahora no estarán en la papeleta y/o por quienes se
abstuvieron en esta primera vuelta, y resuelvan votar ahora.
A diferencia de lo que muchos sostienen, acá no han ganado
las candidaturas extremas dentro del eje político derecha-izquierda, puesto que
en dicho caso tendríamos frente a frente a los representantes de la
ultraderecha y la ultraizquierda. Pero la ultraizquierda representada por Artés
quedó fuera de juego, no así la ultraderecha, la que por primera vez logra
catapultarse. Digo la ultraderecha porque Kast salió de las costillas de la
UDI, con posturas que están a la derecha de este último partido. En
consecuencia, lo que se tiene por delante es una candidatura que está a la
derecha de la derecha, o sea, a la ultraderecha versus una de izquierda, la de
Boric.
Cabe destacar que poco más del 50% de quienes tienen derecho
a votar, no votaron. Atraerlos es el gran desafío de Kast y Boric, por lo que
identificarlos para reconocer su perfil, puede ser crucial para el resultado
final. Por otra parte se puede inferir que los votantes de Artés, lo más
probable que en esta segunda vuelta no voten o voten nulo; que la mayoría de
quienes votaron por Sichel, ahora lo hagan por Kast; y que quienes votaron por
Provoste y MEO lo hagan por Boric. Pero para que ello ocurra, tanto uno como el
otro, Kast y Boric, tendrán que morigerar sus respectivos programas de
gobierno, esto es, deberán “centrarse” en forma creíble.
Curioso es entonces constatar que quienes alcanzaron los dos
primeros lugares tendrán que limar los aspectos más severos de sus programas
para incorporar nuevos adherentes. Tarea que deberán efectuar con suma pericia
para no perder votos de quienes están atrincherados tras Kast y Boric. Es lo
que ya hemos estado viendo en esta primera semana posterior a las elecciones y que
no ha estado exenta de conflictos tras bambalinas.
A lo anterior cabe agregar que los resultados de las elecciones
parlamentarias suponen que en el próximo congreso las fuerzas políticas
gobiernistas y opositoras serán tales, que difícilmente alguna podrá imponer
sus condiciones. Esta nueva realidad política, impedirá que alguna de las
partes pueda hacer lo que quiera si es que se respeta la institucionalidad
vigente, lo que necesariamente forzará la negociación. Una negociación muy
compleja dado el alto nivel de fragmentación partidaria que ha emergido.
En síntesis, el gallito continúa.
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