A más de un año del inicio de la pandemia y a varios meses de la aparición de la vacuna contra covid19, surge de boca de muchos, la pregunta del millón: ¿La vacuna ha servido de algo?
Se trata de una pregunta legítima. Recordemos que cuando partió todo a fines del 2019, y viendo los estragos que estaba causando covid19, las esperanzas se centraron en la pronta aparición de la vacuna salvadora. Gobiernos, laboratorios y científicos de todo el mundo concentrando sus esfuerzos en el logro de la vacuna. Los gobiernos proveyendo los recursos financieros para que laboratorios y científicos pudiesen desarrollar todo el proceso asociado a la fabricación de una vacuna al más breve plazo posible.
Es así como a fines del 2020 aparecen las primeras vacunas de distintos laboratorios que compiten entre sí en precios, en eficacia, en oportunidad de aparición, en seguridad. Las empresas farmacéuticas que están tras estos laboratorios están más que interesadas en el éxito de sus respectivas vacunas. Mal que mal, tras las vacunas hay apetitosas ganancias.
El tiempo de desarrollo de una vacuna es considerable, deben quemarse etapas investigativas, efectuarse pruebas orientadas a prevenir efectos adversos y a proveer el máximo de seguridad. De allí que desde que aparece un nuevo virus, hasta que aparezca una vacuna que lo neutralice, transcurre un tiempo no despreciable, que tradicionalmente ha tomado años.
En esta ocasión todo se ha dado en tiempo record, lo que es encomiable, pero no está exento de objeciones. Hay presiones de distinto orden, muchas razonables, así como otras espurias. Hay presiones de los gobiernos que desesperan al ver las caídas de sus economías, de las empresas farmacéuticas por “saltarse” pasos en el desarrollo de sus vacunas para ser los primeros.
Los medios de comunicación procuran informar a una población que enfrenta por primera vez un fenómeno de esta naturaleza donde pareciera que todos están dando palos de ciego sin saber a qué atenerse, como si estuviésemos ante una piñata cuando cumplíamos nuestros primeros años de vida. Las redes sociales multiplican mensajes contradictorios, donde unos y otros recurren a “expertos” con la última palabra en apoyo a las respectivas posturas.
Salen las vacunas a la cancha y nos encontramos con algunas paradojas. La pandemia no declina, incluso más, agarra vuelo. Entonces nos preguntamos, no sin razón ¿ha servido de algo la vacuna?
Los antecedentes dados más arriba pueden ayudar a respondernos. Las vacunas han salido por la vía de la emergencia, esto es, sin haber pasado por todas las pruebas que un proceso normal hubiera implicado. La crisis sanitaria y económica ha obligado a gobiernos a abrirse a esta vía, la que está contemplada para situaciones como las que estamos viviendo. De allí que los niveles de eficiencia y seguridad no sean los que hubiésemos querido. En la cancha se están viendo los gallos, perdón, las vacunas. Ya lo estamos viendo con los efectos adversos por parte de vacunas que han afectado a algunos y que han obligado a ciertos países a suspender la aplicación de vacunas de marcas específicas. En estos días, en el contexto de una conferencia internacional pudimos observar cómo una experta que ya estaba en el podio, se desmayó en forma fulminante producto de una trombosis, ocasionada al parecer por una vacuna en particular.
En Chile tenemos un proceso de vacunación que ha asombrado al mundo entero, tal como en su momento Uruguay concentró la admiración mundial con su política de libertad responsable. Al final del día, todo se derrumbó. Hoy Uruguay y Chile son campeones en contagios, muertes y demases.
Chile tiene a buena parte de su población vacunada, pero así y todo, la pandemia sigue su curso, los hospitales están colapsando y el personal de salud ya no da para más.
¿Qué está pasando? ¿Significa que la vacuna no sirve para nada? Sirve, pero ella por sí sola no basta. Sirve desde el minuto que en Chile se está comprobando que la tasa de muertes por covid19 en la población de mayor edad está disminuyendo. Es justamente el segmento de la población que ya está mayoritariamente vacunada. No es un dato menor. Y la que está aumentando es la de la población de menor edad, que aún no está vacunada. Es claro que se está haciendo camino al andar. Es un tema de tiempo, no solo eso, es también un tema de comportamiento de gobernantes y gobernados. La vacuna no sirve de nada si bajamos la guardia, si seguimos revolviendo el gallinero como si acá no pasara nada. No, esto no es broma!
En todo caso, adhiero a lo que un amigo me ha hecho saber al hacerle llegar mi respuesta a la pregunta que encabeza esta columna, que la vacuna está demostrando que: 1. Las agencias responsables de aprobar medicamentos no son tan competentes como las circunstancias lo exigen; 2. La ausencia de liderazgo a nivel dirigencial, tanto en el ámbito político como profesional, ante un problema de primera magnitud; y 3. La existencia de “estupidez de rebaño”.
En síntesis, la vacuna sirve, pero no basta, no sirve tanto como quisiéramos porque salió apurada sin haber pasado la prueba de la blancura, y porque nos comportamos como si ella tuviera un efecto milagroso.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario