abril 12, 2021

La pandemia y la nueva constitución

 

Photo by Hedgehog Digital on Unsplash

La pandemia arrecia desafiándonos diariamente a adoptar todas las medidas a nuestro alcance para evitar que covid19 haga presa de nosotros. La buena noticia es que hay un proceso de vacunación en marcha, sin mayores contratiempos, observándose ya una baja en la muerte de adultos mayores,  primeros beneficiarios; la mala noticia, que covid19 sigue causando estragos, ahora en la población de menor edad, no obstante las restricciones que se nos han impuesto como personas y empresas. A ello se suma que está en duda la efectividad de la vacuna china con que se nos ha estado inoculando, y un peligroso copamiento de la capacidad de atención hospitalaria, tanto del personal de salud – médico y paramédico- como de la infraestructura física.

Más que buscar responsables o culpables de la realidad que estamos enfrentando, lo expuesto da cuenta de la necesidad de un análisis introspectivo respecto de los cuidados que están en nuestras manos implementar: distancia física, uso de mascarillas, lavado de manos, reducir salidas y contactos a los mínimos estrictamente necesarios.

Después de la noche, siempre viene el día; después de una tormenta, tiende a salir el sol. Más temprano que tarde, la pandemia será pasado. Por lo mismo es un imperativo no dejarnos llevar por la desesperación, muy por el contrario, es la hora de apretar la marca, de insuflarnos de optimismo, de no dejarnos arrastrar hacia la apatía, la indiferencia, la ansiedad (ver video). Ellas solo nos pueden conducir a un pozo negro. Ya llegará la hora de retomar los contactos físicos con nuestros seres queridos, del retorno a lo nuestro, a las conversaciones, a todo aquello que da sentido a nuestra existencia. Estamos en pausa. Ya volveremos en gloria y majestad.

Aprovechemos este período para repensarnos, para alterar nuestras rutinas, para hacer un alto en nuestra andadura existencial. Casualmente, o intencionalmente, estamos en medio de un proceso político conducente a disponer de una nueva constitución que también nos invita a repensar nuestra historia, lo que hemos sido como país, y el país que aspiramos tener.

La pandemia forzó el aplazamiento del proceso electoral. En cierto modo podríamos afirmar que la pandemia nos está dando tiempo para redefinir nuestras prioridades individuales, familiares, laborales y sociales, y vincularlas con el país que queremos.

Tendremos un Chile prepandemia y un Chile pospandemia. De nosotros depende que el Chile que emerja sea el que ansiamos. Ello se verá facilitado por la disposición con que nos encontremos a la hora de debatir la nueva constitución. Si nos atenemos a lo que las distintas corrientes políticas han estado planteando respecto del Chile que deseamos, no parecieran haber mayores desacuerdos: un país más amable, más integrado, más solidario, menos desigual, más respetuoso de la naturaleza, sin zonas de sacrificio. Las discrepancias parecieran centrarse en las vías para alcanzar ese objetivo. Esas discrepancias serán las que se deberán debatir en el marco de una pandemia que nos está exigiendo lo mejor de cada uno de nosotros en un entorno reflexivo.

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