La pandemia arrecia desafiándonos diariamente a adoptar todas las medidas a nuestro alcance para evitar que covid19 haga presa de nosotros. La buena noticia es que hay un proceso de vacunación en marcha, sin mayores contratiempos, observándose ya una baja en la muerte de adultos mayores, primeros beneficiarios; la mala noticia, que covid19 sigue causando estragos, ahora en la población de menor edad, no obstante las restricciones que se nos han impuesto como personas y empresas. A ello se suma que está en duda la efectividad de la vacuna china con que se nos ha estado inoculando, y un peligroso copamiento de la capacidad de atención hospitalaria, tanto del personal de salud – médico y paramédico- como de la infraestructura física.
Más que
buscar responsables o culpables de la realidad que estamos enfrentando, lo
expuesto da cuenta de la necesidad de un análisis introspectivo respecto de los
cuidados que están en nuestras manos implementar: distancia física, uso de
mascarillas, lavado de manos, reducir salidas y contactos a los mínimos
estrictamente necesarios.
Aprovechemos
este período para repensarnos, para alterar nuestras rutinas, para hacer un
alto en nuestra andadura existencial. Casualmente, o intencionalmente, estamos
en medio de un proceso político conducente a disponer de una nueva constitución
que también nos invita a repensar nuestra historia, lo que hemos sido como
país, y el país que aspiramos tener.
La pandemia
forzó el aplazamiento del proceso electoral. En cierto modo podríamos afirmar que
la pandemia nos está dando tiempo para redefinir nuestras prioridades individuales,
familiares, laborales y sociales, y vincularlas con el país que queremos.
Tendremos
un Chile prepandemia y un Chile pospandemia. De nosotros depende que el Chile
que emerja sea el que ansiamos. Ello se verá facilitado por la disposición con
que nos encontremos a la hora de debatir la nueva constitución. Si nos atenemos
a lo que las distintas corrientes políticas han estado planteando respecto del
Chile que deseamos, no parecieran haber mayores desacuerdos: un país más
amable, más integrado, más solidario, menos desigual, más respetuoso de la naturaleza,
sin zonas de sacrificio. Las discrepancias parecieran centrarse en las vías
para alcanzar ese objetivo. Esas discrepancias serán las que se deberán debatir
en el marco de una pandemia que nos está exigiendo lo mejor de cada uno de
nosotros en un entorno reflexivo.
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