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La pandemia está demostrando la importancia que tenemos todos para derrotarla. Sin embargo, esta responsabilidad descansa particularmente en los científicos, el personal de salud, los políticos, los empresarios y los periodistas.
Los científicos por sus capacidades
para investigar el virus y encontrar vías para neutralizar su capacidad para
atacar nuestra salud. Los resultados ya están a la vista con el desarrollo de vacunas
en tiempos records. El personal de salud –médico y paramédico- que está llevando a cabo un heroico combate por
recuperar a los pacientes afectados por covid-19. Todos ellos, científicos y
personal de salud, han sabido estar a la altura de las circunstancias.
Distinto ha sido el caso de políticos
–de gobierno y oposición-, empresarios y periodistas. Políticos y empresarios,
al igual que el grueso de los economistas ortodoxos, han tendido a privilegiar
intereses políticos y económicos por sobre una visión integral, de conjunto,
con la verdad por delante, que facilitara la adopción de medidas efectivas
desde el primer minuto que se desató la pandemia. Los periodistas, por su
incapacidad para ejercer su rol de cuarto poder, de controlador del poder
político y económico, exigiendo que se provea de información veraz, completa y
oportuna a la ciudadanía.
En consecuencia, si ha quedado algo
de manifiesto desde el inicio de la pandemia, es la necesidad de disponer:
1. De un sistema de salud público robusto
capaz de sortear los desafíos del día a día, y capaz de superar los desafíos
que impone una pandemia como la que estamos enfrentando; y
2. De periodistas y medios de
comunicación suficientemente incisivos, críticos y escudriñadores, que les
permita cumplir con el rol de comunicar con meridiana claridad a la ciudadanía la
realidad que se está viviendo y los fundamentos de las medidas adoptadas por
las autoridades.
Por último, pero no por ello menos
importante, se ha desnudado nuestra interdependencia: que lo que le ocurra a un
tercero, también afecta a uno, y viceversa. Los contagios han puesto sobre la
mesa que la salud de los demás incide en la salud de uno. Lo mismo se puede
afirmar a nivel de los países. Lo que esté ocurriendo en otro país, de manera
directa o indirecta, impacta en los demás países. En síntesis, ningún país se
la puede solo sin la colaboración de los demás; lo mismo vale respecto de las
personas. No sacamos nada solos, salvo aislándonos, si los demás no asumen
también su responsabilidad.
En este plano se observa un fracaso
político a nivel mundial de primer orden. La política de que cada país se las
arregle con sus propias uñas, no ha funcionado, por el contrario, ha agravado el
problema. La pandemia ha demostrado que para problemas mundiales se requieren políticas
mundiales por sobre políticas nacionales.
La segunda guerra mundial dio origen
a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), destinado evitar una tercera
guerra mundial. En esta ocasión, Covid19
está demostrando la necesidad de disponer de un organismo mundial, en este caso
de salud como es la Organización Mundial de la Salud (OMS), con competencias y
atribuciones que vayan más allá de sugerir o recomendar como ocurre en la
actualidad.
La segunda disposición es culpa de nuestros sistema de educación superior, su tendencia a la mediocridad y las IES. Estamos olvidando que debemos formar personas y no solo entregar títulos.
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