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Por tanto, este es un período de reflexión respecto del rumbo
a seguir, del futuro al que aspirar. Un tiempo trascendente en el que habrá que
combinar, congeniar, compatibilizar sueños con realidades. Todo ello en un
ambiente marcado por una pandemia que lo está alterando todo, y que por lo
mismo, exige, más que nunca, un análisis introspectivo y del contexto en que
nos desenvolvemos.
En estas líneas procuraré poner sobre la mesa los principales
elementos a considerar en las decisiones a tomar. El primero que se debe tomar
en cuenta es lo que se quiere, el sueño de lo que se quiere ser y hacer, cómo
se ve uno mismo a futuro. Esto debe tratarse despojado de influencias de todo
orden e implica un conocimiento de sí mismo del cual sea posible extraer la
voluntad, lo que se quiere ser.
Un segundo elemento a considerar es el de las capacidades, en
buen romance, si se tienen dedos para el piano. Acá se trata de aterrizar lo
que se quiere con lo que se puede, el sueño con lo que se quiere. Existen frases
para el bronce, tales como “si quieres, puedes”, esto es, “querer es poder”. Son
expresiones bonitas, pero no más que eso, dado que pocos son quienes pueden
darse ese lujo. A mayor diferencia entre las capacidades que se disponen y las que
se exigen, se requerirá más estudio, más perseverancia, más disciplina, más
perseverancia. No hay atajos.
Un problema que surge en los jóvenes que están en este trance
radica en que desconocen sus propias capacidades, sus propios límites, o bien
que no conocen bien el perfil de las carreras en que aspiran matricularse. Este
desconocimiento encierra costos no menores, que se expresan en repitencias,
deserciones, cambios de carreras. De allí la importancia de recabar toda la
información debidamente validada para decidir bien.
Un tercer elemento que no se puede soslayar es el futuro
laboral de la carrera a seguir, las expectativas que se abren. Esto implica un
análisis prospectivo que obliga a levantar la mirada para visualizar los
escenarios que se abren de acá a diez años. En el mundo que nos está tocando
vivir, de cambio permanente, de rápida obsolescencia, es imperativo adivinar, descubrir,
imaginar la sociedad futura para vislumbrar las competencias que ella nos
demandará.
Estamos ingresando a una sociedad más tecnologizada, más robotizada,
más informatizada que está exigiendo competencias técnicas cada vez más específicas,
pero que al mismo tiempo tienen alto riesgo de obsolescencia dado que muchas de
las actividades actuales serán automatizadas. De allí que están adquiriendo
creciente relevancia competencias genéricas o transversales relacionadas con el
saber ser y estar como es el desarrollo de la personalidad, del trabajo en
equipo, del sentido de la responsabilidad y la disciplina, del comportamiento
ético, las que se forjan desde temprana edad y que se ponen en acción a lo
largo de la vida.
En una próxima columna espero abordar la decisión que sigue y
que es tan trascendente como esta: ¿dónde estudiar?
es imperativo adivinar... ¿como saber lo que pasará en 10 años? ... si ya hoy no podemos saber qué pasará la próxima semana.
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