octubre 22, 2019

Explosión social en Chile: una introducción

Ilustración: Cristóbal Schmal
A menos de 15 días que el presidente Piñera afirmara que Chile es un verdadero oasis en una América Latina convulsionada, la realidad le estalló en la cara como una bomba de tiempo a raíz de un aumento en la tarifa del tren suburbano (Metro). Afirmación efectuada con motivo de la rebelión indígena en Ecuador con motivo del alza en el precio de la gasolina.

Lo que se inició con total inocencia –mal que mal no era primera vez que subía el precio del transporte público- dio origen a una masiva evasión estudiantil que está desembocando en una rebelión que hace recordar a la revolución de la chaucha en tiempos de Gabriel González Videla, alias Gabito, a fines de los 40, hace ya más de medio siglo. Revolución generada también por un alza en la tarifa de la locomoción colectiva. Pero la rebelión que está en curso al momento de escribir estas líneas ha sorprendido por su masividad, su extensión, su tenor, y su radicalidad.

La nueva tarifa es consecuencia de un sesudo análisis realizado por un panel de expertos encabezado por Juan Enrique Coeymans. Éste, sorprendido por la reacción que desató una decisión de carácter técnico –y avalada políticamente por el gobierno-, solo atinó a sostener que “cuando sube el pan no hacen ninguna protesta”. Por su parte, la ministra de transportes, Gloria Hutt, complementó con una frase que ilustra la mentalidad imperante en las esferas gubernamentales y de quienes adhieren al modelo político, económico y social imperante: “los estudiantes están alegando y resulta que su tarifa no varió ni un peso”. Y la guinda de la torta la puso el ministro de economía al afirmar que “quien madrugue puede ser ayudado a través de una tarifa más baja”. Todas frases para el bronce de parte de quienes no se movilizan en metro ni tienen que salir a tempranas horas de sus hogares para retornar a altas horas de la tarde. Estas declaraciones, junto con otras, han incendiado la pradera. Hay todo un descriterio, una falta de tacto, de sensibilidad, signo de la mentalidad instalada del nulo valor asignado a la vida de las personas comunes y corrientes. Tecnicismo puro instalado en las más altas esferas políticas bajo el amparo de la ideología neoliberal que busca la individualización de los problemas y sus soluciones. Es lo que está subyacente cuando un ministro a invitar a levantarse más temprano para acogerse a una tarifa más barata. Se evade el cuestionamiento al modelo neoliberal y se responsabiliza a las personas en el manejo de sus gastos y no a la gestión de la desigualdad.

Hasta este minuto no logran entender la protesta, ni tienen intención de entenderla, y por lo mismo, la tesis que se ven forzados a manejar es que habría un manejo político. Pensamiento que cae por su propio peso al ver el estado en que está la oposición, en el suelo. Uno de los dramas del gobierno, aparte de su ineptitud, es que no tiene oposición, y en una democracia, para que funcione al cien por ciento, es imprescindible la existencia de un gobierno y de una oposición.

A pesar que se revocó la decisión de subir el precio del Metro, el tsunami generado sigue su curso, ahora con saqueos, violencia y destrucción de bienes públicos y privados que producen escozor y desazón, que no han amainado. Ello no obstante que el gobierno, absolutamente paralogizado y sobrepasado, ha declarado estado de emergencia, delegando en las FFAA el control público. A la luz de lo que está ocurriendo, esta decisión en vez de apaciguar los espíritus, ha reimpulsado la violencia desatada.

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