octubre 22, 2019

Explosión social en Chile ¿qué es lo que viene?

Ilustración Cristóbal Schmal
En la anterior columna se bosquejaron las razones que estarían tras el reventón que ha pillado de sorpresa al gobierno y al país en general, así como al mundo que nos veía como un ejemplo a seguir. Ahora me permitiré especular en torno a lo que viene a partir de lo que está ocurriendo.

No cabe duda que lo que se inició como un simple ejercicio de evasión en el pago de la movilización en el tren suburbano, ha desembocado inesperadamente en una violencia inédita que tiene al país sumido en la inquietud y con varias regiones en estado de sitio ocupadas por las FFAA como en los mejores tiempos del innombrable.

El gobierno ya echó pie atrás en el alza de las tarifas, pero la crisis no amaina. Cómo terminará esto? Difícil saberlo. El gobierno parece haber perdido el control de la situación, sin atinar a qué hacer. La oposición brilla por su ausencia. No existen interlocutores válidos, no se sabe con quién tratar. El gobierno busca retomar las riendas convocando a las más altas autoridades de los distintos poderes (legislativo y judicial) e invitando a conversar y llegar a acuerdos. Sin embargo el nivel de credibilidad en torno a ellos es casi nulo. Cualquier acuerdo haría recordar a aquel de las manitos alzadas con ocasión de la revolución de los pingüinos y que quedó con sabor a nada.

No obstante lo señalado, lo más probable es que termine habiendo un acuerdo para la galería, como señal de que se sorteó la situación, tal como la vez anterior. Se hará la parodia de cambios para que nada cambie, y así hasta el próximo reventón. Lo que sí es claro, que cada nuevo reventón viene cada vez más fuerte. En Chile ya hemos tenido 3, el del 2006, del 2011, y ahora en el 2019.

Para el abordaje del tema a fondo, hay al menos dos puntos a resolver que no visualizo. Uno, identificar con claridad con quien negociar, quiénes son los interlocutores válidos, quienes son los representantes de la rebelión. No logro identificarlos en la oposición. Dos, determinar qué se va a negociar. Ambos puntos son neurálgicos y francamente los veo como insolubles.

Por el lado de los sublevados, a la luz de las razones esbozadas, lo que seguramente quieren es cambiar el modelo político-económico-social imperante. No lo visualizo viable, menos ante un gobierno que es el que sustenta el modelo. Si no se modificó con quienes derrotaron a la dictadura bajo la premisa de que era un modelo injusto, me cuesta imaginar que se modificará bajo el gobierno actual. No me imagino al gobierno eliminando el actual sistema previsional de pensiones ni de salud. A lo más, algunos retoques para su consolidación. Mal que mal, quienes están en el gobierno son los dueños de las empresas y del país.

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