Por estos días se
cumplen los 50 años del triunfo de Eduardo Frei Montalva, allá en 1964, luego
de una campaña con un rival de fuste, como lo era Salvador Allende, abanderado
del Frente de Acción Popular (FRAP). Una campaña compleja, en tiempos de guerra
fría, la primera elección presidencial después del ascenso de Fidel Castro en
Cuba.
El candidato de la
derecha, en aquel entonces una coalición de liberales, conservadores y
radicales, Julio Durán, un radical de tomo y lomo, vio desvanecer sus posibilidades
luego de la derrota experimentada por el candidato derechista en una elección complementaria, en Curicó, en
manos de un socialista. Este fenómeno se conoció como el
naranjazo y marcó la pauta de las
decisiones en el ámbito político. La derecha entró en estado de pánico y con
tal de impedir el triunfo de Allende, ofreció su apoyo a Frei, dejando en la
estocada a Durán, quien no bajó los brazos. Frei no dio la espalda a este
apoyo, pero dejó en claro su postura con una frase para el bronce: “no cambiaré
mi programa ni por un millón de votos”.
El programa de Frei era
un programa de avanzada que a la fecha no se ha sabido valorar en consideración
a que impidió el triunfo del candidato de la izquierda, Allende. Cabe recordar
que en la contienda presidencial anterior había estado ad portas del triunfo al
ser derrotado a duras penas por Alessandri, gracias a la incursión de un cura
de Catapilco, quien alcanzó a quitarle a Allende los escasos votos que le
faltaron para ganar.
La campaña tuvo de
todo, desde la apoteósica Marcha de la Patria Jóven, que culminó en el entonces
parque Cousiño, hoy parque O´Higgins, hasta la intervención norteamericana, que
se la jugó por Frei Montalva. Mal que mal, para Estados Unidos era inaceptable lo
que visualizaba como una eventual segunda Cuba, con el agravante de que en esta
ocasión, sería el primer triunfo de un candidato confesadamente marxista por la
vía de las urnas. Hasta el campeonato mundial de fútbol que se había
desarrollado en Chile sirvió de cortina para la campaña aprovechándose el
triunfo de Chile sobre Rusia por 2 a 1.
Con Frei Montalva los
campesinos salieron del ostracismo, se promovió la sindicalización campesina;
los pobladores vieron reconocidos sus derechos a través de la promoción popular
y con la creación de las juntas de vecinos; las mujeres encontraron su cauce en
los centros de madres; los trabajadores vieron abiertas sus posibilidades de
capacitación; las pequeñas empresas encontraron apoyo en instituciones como el
Servicio de Cooperación Técnica; el país inició la recuperación de su riqueza
básica, a través de lo que se llamó la chilenización del cobre, y que después,
con Allende fue nacionalizado.
No obstante estos
innegables avances, la izquierda, herida por haber visto postergada una vez más
sus posibilidades de triunfo, le negó la sal y el agua a Frei Montalva.
Hoy, a 50 años de su
triunfo, me permito recordarlo para aprender del error que significó una Democracia Cristiana y una izquierda posicionadas en aceras opuestas.
La consecuencia fue fatal.
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