Mi tesis es que el desarrollo científico-tecnológico
debiera conducirnos hacia un mundo con menos trabajo, o sin sus características
actuales, esto es, remunerado, a tiempo completo.
Si bien hay fuerzas que nos dicen que cada vez hay
más trabajo, también las hay en la dirección contraria. Entre las primeras
destacan el mayor nivel de consumo por parte de la población, ya sea por un
aumento en su ingreso per cápita, como por un consumo más allá de los ingresos vía
un nivel de endeudamiento que en el pasado no era posible. Para facilitar este
incremento se liberalizó el horario del comercio establecido. Atrás quedaron
los tiempos en que los fines de semana el comercio estaba cerrado, y durante la
semana tenía un horario restringido, regulado. A ello se agrega la
sofisticación y penetración que ha alcanzado la publicidad, con mensajes a la
vena de los segmentos de mercado que se quiere capturar, induciendo al
consumismo a todo evento.
También la posibilidad de comprar “sin dinero”, con
tarjetas bancarias o de casas comerciales, ha aumentado la velocidad de circulación
del dinero incrementando el volumen de las actividades productivas y el nivel
de desempleo.
Por último, no se puede desconocer que la destrucción
y la pérdida de vidas que producen las guerras y los cataclismos –epidemias,
terremotos y otros- también han sido factores desgraciados que permiten
mantener a raya el nivel de desempleo por las necesidades de reconstrucción que
se derivan de ellas.
En síntesis, la creación de puestos de trabajo generada
por este mayor nivel de actividad ha logrado compensar la pérdida de empleos
que el desarrollo tecnológico trae consigo. Sin embargo el desarrollo de los
países apunta a que seamos más productivos, esto es, lograr producir más
bienes/servicios en menos tiempo, y con menos recursos. Y entre estos recursos,
estamos nosotros, el factor humano, los recursos humanos, las personas. Por tanto,
la tendencia apunta a que trabajemos menos.
En consecuencia, lo lógico es que por este camino,
tengamos cada vez menos trabajo, y no es malo que así sea si es que se logra
romper la asociación bíblica bajo la cual hemos crecido, eso de que “te ganarás
el pan con el sudor de tu frente”. En efecto, cada vez nos estamos ganando el
pan con menos sudor, porque el esfuerzo manual está siendo reemplazado por el
esfuerzo intelectual, que no produce tanto sudor. Ya no tenemos empresas
conformadas por miles de operarios, los que son reemplazados por máquinas,
permaneciendo trabajando tan solo quienes piensan, dirigen, evalúan, organizan,
proyectan, todas tareas de más alto nivel. Incluso algunas de estas tareas
también se están sistematizando y automatizando.
De hecho, ya hay países desarrollados con altas
tasas de desempleo, las que han llegado para quedarse, y que están forzando a
implementar generosos subsidios de cesantía que han de financiarse con los mayores
niveles de productividad alcanzados. Esto supone que los beneficios de esta
mayor productividad son apropiados por la población en general, y no solo
capturados por los dueños del capital. Por tanto, la clave está en la
distribución de estos beneficios. Si ellos logran ser distribuidos
adecuadamente, podemos esperar tiempos mejores, con menos trabajo, mejores
trabajos, con mayor disponibilidad de tiempo para el desarrollo del espíritu, para
encontrarle un sentido a la vida más allá del consumo, y vivir sin mayor
dependencia del dinero. Esto es, ser auténticamente libres.
Claro que para ello, muchas cosas deben cambiar. Sin
embargo, es posible ya que de nosotros depende.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario